Lei gong teng: la planta medicinal china que mata el cáncer de páncreas
Conocida también como lei gong teng, la planta medicinal “Thunder god vine” utilizada en la medicina tradicional china desde hace siglos podría ser una nueva vía esperanzadora contra el cáncer de páncreas. Investigadores de la Universidad de Minessota han publicado un estudio donde se acabó con los tumores pancreáticos en ratones. Pronto podría ser testada en humanos.
Hablamos de uno de los peores cáncer en la actualidad, de los más letales. Tan sólo en Estados Unidos existen alrededor de 44.000 diagnósticos al año en una enfermedad de la que el 20% sobrevive al año de ser diagnosticados. Aún peor, la cifra se reduce al 14% tras pasar cinco o más años del diagnóstico.
Según cuentan los investigadores, los ratones que fueron tratados con el compuesto no mostraron signos de tumores a los 40 días de suspender el tratamiento. Una investigación que ha sido financiada por el National Institutes of Health y que ha sido publicada hoy en la revista Science Translational Medicine.
Ashok Saluja, investigador jefe del estudio, contaba así los avances conseguidos:
Este medicamento es increíblemente potente a la hora de matar las células tumorales. Podíamos observar cada día a los ratones y ver como disminuía el tumor hasta que finalmente desaparecía.
La planta, también conocida como Tripterygium wilfordii, contiene el compuesto triptolida, el mismo que muestra en estudios anteriores su capacidad para causar la muerte de las células cancerosas. Un planta utilizada en la medicina tradicional china como tratamiento para la artritis reumatoide.
Saluja cuenta que esperan comenzar los ensayos clínicos con humanos en los próximos seis meses aunque explica que aún deben realizarse una serie de test para saber si podría ser igual de efectiva en humanos. Sea como fuere, los resultados en ratones ofrecen una nueva esperanza ante una de las formas de cáncer más mortíferas.
Fuente: ALT1040
Geo ingeniería promete blanquear el cielo y frenar el calentamiento global

Flickr / Miss Laid Plot – La tecnología geo ingenieril, que los científicos proponen introducir para suspender el calentamiento global, puede blanquear el firmamento.
La tecnología, que consiste en ‘tirar’ partículas de sulfato en la alta capa de la atmósfera para reflectar los rayos solares, puede hacer que el cielo sea más blanco, informan los científicos. La misma naturaleza confirmó este concepto: en 1991 la erupción del volcán Pinatubo en Filipinas emitió en la atmosfera toneladas de partículas de sulfato y blanqueó el cielo por un período de tiempo.
En su reciente estudio, los científicos del Instituto Carnegie de Washington trataron de estimar cuán grande será el efecto de la tecnología de geo ingeniería.
Emitiendo bastante sulfato en la atmósfera para bloquear el 2% de los rayos solares puede hacer el cielo de 3 a 5 veces más blanco, afirman los científicos. El control del nivel de sulfato representa una medida necesaria para suspender el calentamiento global si el nivel del dióxido carbónico se acerca a la cantidad de 560 ppm (partidas por millón). El nivel de dióxido carbónico hoy cuenta con 390 ppm.
“La gente que vive en Nueva York no va a notar nada, pero la gente que reside en las montañas sí va a notar el cambio”, explica Ben Kravtz, uno de los investigadores. “También la introducción del sulfato –de origen natural o artificial – favorece al crecimiento de las plantas y como resultado aumenta el volumen del carbono absorbido por las plantas”.
Fuente 1: Russia Today
Fuente 2: 1984NWO.net
La electricidad manipula la moral

La estimulación magnética transcraneal no aplica electrodos ni requiere cirugía. MIT
Un equipo de científicos ha encontrado la manera de convertir a las personas casi en seres amorales o, al menos, incapaces de valorar las buenas o malas intenciones de los demás. Aplicando una corriente eléctrica de baja intensidad mediante la técnica de estimulación magnética transcraneal (TMS) en una determinada zona del cerebro, neurólogos y psicólogos evolutivos del MIT y la Universidad de Harvard (EEUU) han impedido que un grupo de voluntarios juzgara correctamente varias situaciones.
Se conocía que la unión temporo-parietal derecha (situada en la parte posterior de la cabeza, por encima de la oreja) elevaba su metabolismo cuando la persona valoraba las creencias o intenciones de los otros. Pero se desconocía si tal elevación era necesaria para juzgar a los demás.
Los investigadores hicieron dos experimentos. En uno, tras inducir un campo magnético en esta zona del cerebro durante 25 minutos, mostraron varios supuestos a los participantes, por ejemplo, valorar un accidente con resultado de muerte, un envenenamiento accidental o un asesinato frustrado. En un segundo experimento, aplicaron la corriente durante 25 milisegundos al mismo tiempo que pedían a los sujetos su valoración.
En ambos casos, los participantes fueron más permisivos con los daños accidentales que con los intencionados. Pero su capacidad para valorar los malos actos frustrados, es decir, las malas intenciones, sí se redujo. De hecho, a todos les parecieron estas malas intenciones mucho más aceptables que los accidentes.
Para Liane Young, coautora de la investigación, publicada en PNAS, «tanto en los daños intencionados como en los accidentales, no hay conflicto entre la intención y el resultado. Pero para valorar un daño intencionado como malo únicamente se necesita el resultado«. Sólo en el caso de discordancia, el cerebro busca en la unión temporo-parietal derecha. Su inhibición magnética dificultó a los 20 participantes acceder a esa zona donde los investigadores creen que se almacenan las creencias y opiniones sobre lo que está bien y lo que está mal. Por fortuna, los efectos sólo duraban unos 12 minutos.
Cerebros amorales
Otra de las piezas clave del puzle de la moralidad son las emociones. Young publicó la semana pasada otro trabajo relacionado en la revista Neuron. En esta ocasión, estudió a un grupo de personas con una lesión en la corteza prefrontal ventromedial (situada detrás de los ojos). En colaboración con investigadores de la Universidad del Sur de California, Young comprobó que eran incapaces de responder emocionalmente a un supuesto intento de asesinato. No tenían ningún problema en entender las intenciones del actor, pero no sabían si condenarlo moralmente o no. «Pueden leer sobre un intento de asesinato pero juzgarlo moralmente permisible porque no hubo daño«, comenta Young.
Para los investigadores, hacer un juicio moral requiere dos procesos mentales. Uno, que se da en la unión temporo-parietal derecha, es el proceso del estado mental, la evaluación de la intención apoyada en creencias y valores. Mientras, la corteza prefrontal ventromedial se encarga de elaborar la respuesta emocional (aversión, rechazo, condena…) a la intención.
Young cree que estos hallazgos puede tener importantes implicaciones en el campo de la justicia. «Los miembros de un jurado toman decisiones basadas tanto en la información como en la intención y el resultado«, recuerda.
Resonancia magnética a 1.000 psicópatas
El neurólogo de la Universidad de Nuevo México Kent Kiehl ha tomado imágenes por resonancia magnética (fMRI) del cerebro de unos 1.000 presos de varias cárceles de EEUU. Su objetivo es conocer mejor el sistema paralímbico -una red de regiones cerebrales implicadas en la información y la emoción- de los psicópatas.
Kiehl ha testificado en un caso de asesinato, aportando como prueba atenuante un escáner cerebral del acusado, Brian Dugan. Se trata del primer caso en EEUU en que se usa la técnica fMRI como prueba, según Nature.
Fuente 1: Público.es
Fuente 2: 1984
Bisfenol A hasta en la sopa
El bisfenol A no forma parte de la lista de los compuestos más tóxicos, pero se encuentra en numerosos envases alimentarios y existen serias dudas sobre su inocuidad. Por eso, cada vez son más las voces que piden que las autoridades sanitarias se guíen por el principio de precaución, tal y como ha hecho Francia.
Uno de los últimos estudios sobre este elemento revela que la orina de las personas que consumen sopa de lata con frecuencia contiene una concentración de bisfenol A muy superior a la de quienes toman caldo casero.
Realizada con un número reducido de voluntarios y publicada hace unos días en ‘The Journal of the American Medical Association’ (‘JAMA’), la investigación pone de relieve que la cubierta interior de las conservas puede mezclarse con el alimento y entrar en contacto con el organismo. ¿Eso implica un riesgo para la salud? Este trabajo no responde a esa pregunta, pero otros sí lo han hecho. El debate no está cerrado, aunque en los últimos meses se han producido novedades importantes.
La principal noticia es que Francia se ha convertido en el país pionero en la lucha contra el ubicuo compuesto químico. El pasado 12 de Octubre la Asamblea Nacional gala aprobó su prohibición en cualquier envase alimentario a partir del 1 de Enero de 2014, iniciativa que supone una ampliación de la actual normativa europea.
Desde Junio de este año, ningún biberón de la UE podrá contener bisfenol A. La Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA, según sus siglas en inglés) considera que la población infantil merece una especial protección, pero estima que no existe ninguna evidencia científica de que la presencia de la sustancia en contenedores de plástico destinados a consumidores adultos suponga un riesgo para la salud.
Los políticos franceses no están de acuerdo con la EFSA y fundamentan su decisión de ir un paso más allá en dos informes elaborados por la Agencia Francesa de Seguridad y Salud Alimentaria, Ambiental y Ocupacional (Anses, según sus siglas en francés). El primero de ellos repasa los riesgos para la salud. En animales se ha probado que el bisfenol A tiene efectos en la reproducción, las glándulas mamarias, el metabolismo, el cerebro y el comportamiento.
En humanos, las evidencias científicas son más débiles, pero hay estudios que permiten albergar sospechas fundadas de que afecta a la reproducción y al metabolismo de los azúcares y las grasas y está relacionado con las enfermedades cardiovasculares. Todos los efectos citados se han observado incluso con niveles bajos de exposición, por debajo de los límites establecidos por la UE.
Estos peligros se deben a que se trata de un disruptor endocrino, es decir, una sustancia química que interfiere en el funcionamiento de las glándulas endocrinas, que son los órganos responsables de la secreción de hormonas.
El segundo documento aborda los múltiples usos del compuesto en la industria alimentaria. Se utiliza para fabricar productos plásticos de policarbonato (presentes, por ejemplo, en botellas de plástico, en los envases de comida precocinada o en los recipientes de tipo ‘tupper’). También se emplea en la elaboración de las resinas de epoxi que recubren algunas latas de conservas (de fabada, atún, espárragos…), evitando que el plomo y el estaño de la soldadura interior se disuelvan y entren en contacto con el alimento. La agencia francesa ha lanzado una consulta pública para encontrar compuestos alternativos que permitan reemplazar al bisfenol A.
En opinión de Nicolás Olea, catedrático de la Universidad de Granada, el conjunto de países de la UE debería tomar nota de la iniciativa francesa. «Ya existen pruebas de que el bisfenol A aumenta el riesgo de diabetes y enfermedades cardiovasculares. Lo que hace 15 años era sólo una sospecha ya cuenta con confirmación epidemiológica«, asegura. Por esta razón, cree que si las autoridades esperan a obtener una mayor evidencia científica, «tal vez sea demasiado tarde«.
Otro de los defensores de la prohibición es Miquel Porta, del Instituto de Investigación Hospital del Mar (IMIM) de Barcelona, quien reconoce que los estudios en humanos no son totalmente concluyentes, pero sí «suficientemente preocupantes«. Según su parecer, «el bisfenol A no es agua bendita, es un disruptor endocrino» y se están produciendo múltiples llamadas de atención que deben llevar a que «la industria encuentre alternativas«.
Fuente: El Mundo
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La mujer que transformó la medicina china

La investigadora durante una grabación editada por la web de la Fundación Lasker.
Corrían los años 60 cuando el presidente chino Mao Zedong anunció el inicio de una nueva revolución, la cultural proletaria. En aquellos tiempos, una mujer, Tu Youyou (hoy tiene 81 años) comenzaba también su propia revuelta personal y profesional. Su único fin: tratar de dar un ‘giro’ a la terapia de una de las enfermedades infecciosas que más personas mata cada año, la malaria.
Su país, en 1967, puso en marcha el llamado Proyecto 523, una iniciativa clandestina militar para resolver el problema universal de la resistencia de la malaria a los fármacos. La investigadora, nacida el 30 de diciembre de 1930 en Ningbo, era una de ellas. Así es como empezó una búsqueda que culminó con éxito y que le acaba de valer el premio Albert Lasker 2011. Logró el desarrollo de artemisina, un fármaco que la Organización Mundial de la Salud recomienda como parte de la terapia inicial de la patología.
La artemisina, también conocida como qinghaosu, ha formado parte del arsenal terapéutico de los herboristas chinos durante más de mil años como tratamiento de la dermatitis o los síntomas de la malaria. Sus primeras referencias bibliográficas hay que buscarlas en el libro ‘Cincuenta y dos Prescripciones’, desenterrado de las tumbas de la dinastía Han en Mawangdui, Changsha, provincia de Hunan.
Su uso antipalúdico fue descrito por primera vez en el ‘Manual Chino de Prescripciones para Tratamientos de Emergencia’, editado a mitad del siglo IV por Ge Hong. La receta describe que había que exprimir la planta y mezclarla con zumo y agua para su administración soluble.
Ququie Bassat, del Centro de Investigación en Salud Internacional Barcelona del Hospital Clínic de la ciudad condal, reconoce que el «tratamiento clásico de la malaria siempre ha sido con fármacos derivados de las plantas como es el caso de la quinina. Las artemisinas se empleaban desde hace miles de años en infusiones. Actualmente no se han logrado fármacos con la fórmula al 100%. Pese a ello es eficaz».
La profesora Tu Youyou, matriculada en la Universidad de Pekín en 1952, donde estudió en el departamento de Farmacología en el que se graduó en 1995, y especialista en medicina tradicional, se encargó de buscar el posible remedio contra la malaria en manuales y recetas con más de 5.000 años de antigüedad.
El éxito
También, como ha confesado la actual presidenta científica de la Academia de Medicina e Investigación China, entrevistó a expertos tradicionales de todo el país. Realizó una preselección de unas 2.000 recetas potenciales, basadas en 380 compuestos naturales y 200 plantas diferentes. Las recetas seleccionadas fueron, sobre todo, aquéllas que en la medicina tradicional sirven para combatir la fiebre o la propia malaria.
Fue entonces cuando ella y su equipo se toparon con la artemisina (ajenjo dulce), que inhibe el crecimiento del organismo portador de la malaria. Actualmente, las técnicas que se emplean para la extracción de las sustancias activas de la planta requieren de altas temperaturas, lo que podría arruinar las propiedades de la artemisina.
Por ello Tu Youyou encontró la forma de hacerlo a bajas temperaturas, una pista que obtuvo de los antiguos tratados de medicina china que ojeó una y otra vez. Es más ella y su equipo lograron, asimismo, eliminar una porción ácida del extracto que reduce su eficacia y purificaron el compuesto. En 1972 se aisló el ingrediente activo de la artemisina y se describió su estructura química, algo que la científica nunca olvidará: «Fue de los momentos más felices de mi vida. Lo habíamos conseguido».
‘Arma de guerra’
El experto catalán reconoce que «actualmente no hay evidencias de que las artemisinas estén causando resistencias. Hay algunos indicios de ellas en la frontera de Myanmar con Camboya, pero sin confirmar. Lo que sí se sabe en cambio es que es eficaz para la malaria no complicada, como para la grave, que afecta sobre todo a niños y embarazadas. Lo más importante es que acaba de publicarse es que la artemisina es el tratamiento más eficaz para la malaria grave, ya que reduce en un 25% la mortalidad».
Este especialista no niega la contribución de la doctora Youyou en el hallazgo de la artemisina, pero reconoce que se «trata, sobre todo, de un esfuerzo colectivo de científicos chinos y vietnamitas. No hay que olvidar que la búsqueda de un remedio contra la malaria en China surge en la guerra de Vietnam. La malaria acababa con los soldados estadounidenses y se invirtieron muchos esfuerzos en encontrar un remedio. La doctora Youyou, sin duda, desempeñó un papel muy importante en su desarrollo».
Fuente: El Mundo
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Los científicos inventan aparato que ayuda a combatir la depresión
Rostov del Don (Rusia), 25 de Agosto, RIA Novosti – Un aparato que estimula diferentes partes del cerebro y combate la depresión y una serie de enfermedades siquiátricas, inventaron los científicos del Instituto de neuro cibernética de la Universidad Federal del Sur de Rusia, informa a RIA Novosti el director del laboratorio neurobiológico Dmitri Medvédev.
La máquina funciona a través de impactos magnéticos sobre diferentes áreas del cerebro y puede ser usada en tratamientos de migrañas, el Mal de Parkinson, y desórdenes depresivos.
Los estudios demoraron 15 años. En el mundo hay un solo análogo de este aparato, en Finlandia, pero a diferencia del ruso, su costo es unas 40 veces mayor, y está destinado más para los investigadores que para hacer tratamientos a nivel del público general.
De todas maneras, es difícil predecir cuándo entrará en el mercado ya que para producirlo en serie se necesitan varias pruebas y ciertos permisos médicos. El laboratorio está haciendo pruebas con voluntarios y se espera que el éxito no está muy lejos.
Fuente: RIA Novosti
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A IBM se le mete el chip en la cabeza
La compañía informática estadounidense IBM ha creado un revolucionario chip que imita el funcionamiento del cerebro humano. Las nuevas computadoras cognitivas consumirán menos energía y serán más compactas que los actuales dispositivos.
Desarrollado en el marco del proyecto SyNAPSE, encabezado por el investigador Dharmendra Modha, el nuevo chip se asemeja al cerebro humano en el sentido de que cuenta con procesadores digitales que funcionan como neuronas. Por ende, los ordenadores de nueva generación serán capaces de aprender de sus propias experiencias, hacer asociaciones, crear hipótesis y recordar datos como hacen los seres humanos.
Por el momento existen dos prototipos de estos chips que funcionan con 256 neuronas cada uno. Mientras uno cuenta con 262.144 sinapsis programables, otro cuenta con 65.536 sinapsis de aprendizaje.
El objetivo a largo plazo de IBM es fabricar un complejo con 10 millones de ‘neuronas’, aunque todavía lejos del cerebro humano que cuenta 100.000 millones. Gracias al análisis de información procedente de diferentes sensores, los futuros chips podrían incluso controlar el suministro mundial de agua o prevenir tsunamis y terremotos.
Fuente 1: Russia Today
Fuente 2: Chemtrail Sevilla
Fuente 3: 1984
Una piel electrónica para seguir al paciente
Pequeñas pegatinas de 1,5 por 1 centímetro y unos 30 micrómetros de espesor que contienen sensores, LEDs, circuitos eléctricos, sistema wireless y dispositivos de radio. Eso es lo que ha fabricado un equipo de científicos estadounidenses: calcomanías electrónicas que se adaptan perfectamente a la piel y que podrían tener infinidad de aplicaciones médicas.
«Los usos potenciales incluyen la monitorización del estado fisiológico de un paciente, el tratamiento o seguimiento de heridas, detección biológica o química, creación de interfaces entre personas y máquinas, establecimiento de comunicaciones ocultas, etc.«, escriben los responsables del invento en las páginas de ‘Science‘.
De momento, han probado con éxito estos dispositivos para recoger información fisiológica del corazón, el cerebro y el músculo «con una calidad equivalente a la obtenida con los voluminosos electrodos y el hardware [habitual]«, destaca en un editorial Zhenqiang Ma, del Departamento de Ingeniería Eléctrica y de Ordenadores de la Universidad de Wisconsin (EEUU).
Los diminutos «sistemas electrónicos epidermales» han recibido este nombre de sus creadores debido a que sus propiedades físicas se asemejan casi completamente a las de la piel. Una vez adheridos a ella, se contraen, estiran y responden del mismo modo que la epidermis a las fuerzas mecánicas.
Con todos los dispositivos que los autores han logrado integrar en esta fina lámina -y aseguran que pueden incluir aún algunos más-, el potencial de estas ‘calcomanías‘ es amplio.
«Creemos que esto podría ser un avance conceptual importante en los sistemas electrónicos portables«, ha señalado uno de los codirectores del trabajo, Todd Coleman, de la Universidad de Illinois (EEUU). «Esta tecnología puede conectarte al mundo físico y al cibermundo de una forma natural y cómoda«.
Si el proyecto sigue adelante y tiene buena acogida, estos dispositivos podrían revolucionar algunas áreas médicas. Por ejemplo, evitarían las molestias de los electromiogramas (para medir la actividad muscular) y el uso de cables, permitirían recibir directamente en el ordenador los resultados de las pruebas y también estudiar el cerebro en condiciones ‘normales‘.
«El estudio de la función cerebral en un ambiente natural es absolutamente incompatible con el electroencefalograma de laboratorio«, explica Coleman. «La mejor manera de hacerlo es recoger las señales neuronales en los lugares cotidianos con dispositivos que sean invisibles para el usuario«.
Ahora, los creadores de estas calcomanías están trabajando para integrar varios dispositivos en una plataforma para hacerlos funcionan como un sistema. Mientras, se han lanzado a la comercialización de ciertas versiones de estos dispositivos.
Fuente 1: El Mundo
Fuente 2: EL PAÍS.COM