Gonzalo Anti New World Order


Introducción a la obra «Consejero de Medicina Natural»

Introducción

La influencia de la Mente sobre el Cuerpo

Al señalar el camino hacia la salud, a través de los recursos naturales, y en la sincera intención de ayudar a nuestros lectores, no podemos dejar de mencionar la estrecha relación que existe entre una mente sana y un cuerpo sano. El éxito deseado no se alcanzará, si no se admite que somos una unidad: “Cuerpo, Alma y Espíritu”. O sea, existen problemas netamente físicos, como los accidentes o enfermedades agudas; pero también las que tienen sus raíces en la emoción o en la mente. Está comprobado que el 90% de las enfermedades tiene alguna relación con la parte psíquica o emocional del enfermo en menor o mayor grado.

Se denominan enfermedades psicosomáticas. Psico = Mente, Soma = Cuerpo, las que de algún modo tienen su origen más allá de lo físico. A menudo el médico no encuentra la causa de malestares, incluso de enfermedades graves hasta que no penetra en los problemas personales del enfermo.

Pueden provenir de la infancia, por errores de la educación cuando ésta ha sido espartana (demasiado estricta), o se le dio al niño mimos excesivos. Pueden influir problemas familiares o complejos desarrollados de las más variadas circunstancias. Ideas erróneas sobre el sexo, odio y rencores, celos y envidia, angustia, preocupación, estrés mental sin el necesario estrés físico, o cualquier desequilibrio emocional, conciente o inconciente, pueden llevar a estos males. Influyen también problemas en el trabajo, en el matrimonio, con los hijos, sustos, noticias inquietantes, la pérdida de un ser querido, observaciones preocupantes en el propio cuerpo o la simple sugestión y obsesión, pueden desencadenar estados físicos muy críticos. La falta de paz espiritual, de valores eternos, la falta de fe en Dios, nuestro Padre amante, que desea guiar el rumbo de nuestra vida, la creciente incredulidad en este mundo materialista, ha contribuido a convertir al mundo en un hospital.

Entre las enfermedades psicosomáticas más comunes podemos mencionar: presión arterial alta, infarto cardíaco, asma, ahogos, enfermedades alérgicas, úlcera de estómago y duodeno, estreñimiento, diarrea, irritación del colon, inflamación crónica del intestino grueso, dolores de cabeza, depresión, hipoglucemia, cáncer, esterilidad, abortos, enfermedades reumáticas, enfermedades de la piel, enfermedades infantiles, etc.

Al haber ansiedad, temor o susto, se produce gran cantidad de adrenalina en el cuerpo y ésta al repartirse, deja secuelas. Lo mismo sucede a la inversa: problemas físicos influyen a menudo sobre el estado anímico de la personas.

La angustia y la ansiedad que domina nuestro mundo actual es el cumplimiento de las profecías bíblicas hechas hace casi 2000 años, para nuestros días. La biblia dice: “Entonces habrá… en la Tierra angustia de las gentes, confundidas… desfalleciendo los hombres por el temor y la expectación de las cosas que sobrevendrán en la Tierra” (Lucas 21: 25-26). Vemos claramente el cumplimiento de esta señal del fin del mundo; del regreso de nuestro Señor Jesucristo. La angustia y la ansiedad enferma (secándose los hombres, dice la Biblia), de a poco y puede llegar a ser mortal.

El Doctor Dubois cuenta que ha un prisionero condenado a muerte se le vendaron los ojos y se le dijo que la arteria del brazo lo iba a ser cortada y un grupo de médicos observarían cuánto tiempo tardaría en morir. Se le ligó el brazo justamente debajo del codo; luego se le pasó una navaja por la piel sin hacer ninguna incisión, se dejó correr agua a través de un tubo, la cual iba cayendo en una vasija puesta debajo del brazo. Los doctores entretanto comentaban sobre la debilidad del pulso y sobre el estado supuesto del prisionero a medida que se desangraba. El prisionero creyón tan confiadamente todo lo que los doctores aseguraban, que su sistema nervioso fue afectado de tal manera que le paralizó el corazón. Pensando que se estaba desangrando, murió realmente de ansiedad y de miedo.

Como sobreponernos a la ansiedad

La primera medida en prevenir, evitando que las ideas perturbadoras penetren en nuestra mente. Evítese lecturas, películas e influencias que deforman nuestra imaginación. Alimentemos nuestro espíritu con el alimento saludable y reconfortante de la Palabra de Dios. La Biblia dice 360 veces “NO TEMAS”, contiene 31000 promesas, es la carta que Dios nos escribe, donde nos llena de consuelo y esperanza.

Una educación equilibrada, cariñosa, aunque no consentida, evitará el desarrollo de complejos y problemas emocionales y psíquicos en nuestros hijos. El amor materno y paterno, el diálogo, el estímulo (no la adulación), la igualdad en el trato cuando hay varios hijos, el buen ejemplo unido a una sólida formación moral y espiritual, ayudará a prevenir mucho mal.

Las madres que pueden amamantar a sus hijos, le dan una mejor base a su salud, física y emocional.

No es el alcohol, ni las drogas, no son las técnicas de meditación de origen oriental, no es la hipnosis, ni el escapar de la realidad lo que solucionara estos males. La solución debe buscarse entre nosotros y Dios.

Evítese el café, té y mate, que por su contenido de cafeína, teína y materna, son excitantes del sistema nervioso. El alcohol y el tabaco sólo intoxican empeorando el mal.

Duérmase lo suficiente y nútrase el cuerpo con una alimentación que contenga el complejo de la vitamina B, sales minerales y lecitina. Cuando hay estrés mental, basta hacer un esfuerzo físico ininterrumpido durante 20 minutos, correr, nadar, etc., para transformarlo en un estrés físico y descongestionar la mente. El relajamiento de los músculos ayuda también.

Pero, ¿Cómo relajar la mente cuando hay preocupaciones y situaciones en nuestra vida que creemos son irreversibles y ni nosotros mismos entendemos? Hay un remedio eficaz, y es la oración, digamos lo que dijo Job: “Enséñame tú lo que yo no veo, si hice mal, no lo haré más” (Job 34:32). Pidamos perdón a Dios por nuestros pecados y al prójimo que hayamos ofendido. Sólo dejando nuestro “yo”, nuestro orgullo, podremos acercarnos al prójimo y a Dios. No nos inquietemos demasiado por la crítica. Sirvamos al prójimo sin esperar nada, concientes de que la ingratitud es reacción natural del hombre egoísta de nuestros días. Pero si hacemos felices a nuestros semejantes, seremos felices nosotros mismos.

Aprendamos a confiar en Dios como un hijo confía en su padre. Lea las hermosas palabras de Jesús presentadas en el Sermón de la montaña registradas en Mateo 6:25-34. “No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de vestir ¿No es la vida más que el aliento, y el cuerpo más que el vestido? Mirad a las aves del cielo… Vuestro Padre celestial las alimenta… Considerad los lirios del campo… Dios los viste, así ¿No hará mucho más a vosotros, hombres de poca fe? No os afanéis mas buscad primeramente al reino de Dios y su justicia, y todas las cosas os serán añadidas”. Sí, apreciado lector, ese que a veces sólo buscamos cuando estamos en gran apuro o al borde de la muerte, debe ocupar un lugar prioritario en nuestra vida. El mostró su amor dando la vida de su Hijo por nosotros: «Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquél que en el crea, no se pierda, mas tenga vida eterna» (Juan 3:16). “Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna, en cristo Jesús, Señor nuestro” (Romanos 6:23). “El que tiene al Hijo tiene la vida, el que no tiene al Hijo de Dios, no tiene vida” (1 Juan 5:12). “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios” (Juan 1:12).

Hermosas son las promesas de Jesucristo cuando nos entregamos a El. El está dispuesto a perdonarnos. El dice: “Yo, yo soy el que borró tus rebeliones por amor a mí mismo, y yo me acordaré de tus pecados”. (Isaías 43:25) ofrece su ayuda en nuestros problemas: “Porque yo Jehová soy tu dios, quien te sostiene de tu mano derecha, y te dice: no temas, yo te ayudo” (Isaías 41:13). El gran problema de muchos es la soledad. Se sienten solos con sus problemas, solos con sus luchas. Necesitamos sentirnos comprendidos, protegidos y ayudados por esa mano paternal. El ser humano tiene necesidad de Dios. Y no es en el alcohol, no es en el vicio, no en las diversiones pasajeras que se encuentra ese amigo, esa paz y ayuda que ofrece Jesucristo. El dice: “La paz os dejo, mi paz os doy, yo no os la doy como el mundo da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo” (Juan 14:27).

Es el curso equivocado de nuestros propios pensamientos, que producen muchas enfermedades psicosomáticas. Pero, ¿Cómo cambiar esa mente imbuida de egoísmo, de egolatría, de amargura, de tantos pensamientos negativos? Debemos repetir que la solución está en Cristo, por medio de la fe. El ofrece darnos una nueva mente y un nuevo corazón. A eso se denomina Conversión. “Y le daré un corazón, y un espíritu nuevo pondré en ellos, y quitaré el corazón de piedra de en medio de su carne” (Ezequiel 11:19). ¡Que privilegio! Una nueva mente y un nuevo corazón. Pero para lograr esta transformación debemos responder al llamado que menciona el gran apóstol Pablo: “Os rogamos en nombre de Cristo: reconciliaos con Dios” (1 Corintios 5:20). Jesucristo mismo dice: “Venid a mí todos los que estáis trabajando y cargando y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí que soy manso y humilde de corazón y hallaréis descanso para vuestras almas: porque mi yugo es fácil y ligera mi carga” (Mateo 11:28-30).

Es mediante la oración que podemos colocar sobre El nuestras cargas emocionales y descansar. Confiar que El se ha hecho cargo de nuestros problemas y avanzar con fe. La paz solo puede recibir quien ha aprendido a confiar. Cuando sometemos nuestra voluntad a la de Dios, será El quien piloteará nuestra débil barca hasta el puerto seguro.

«Sin fe, es imposible agradar a Dios» (Hebreos 11:6). Pero fe no es presunción, no es una creencia histórica sino una experiencia personal, una entrega completa a Dios. Fe es la mano extendida del mendigo para recibir el regalo del rey. Fe es responder al llamado de Dios “dame hijo mío tu corazón y miren tus ojos por mis caminos” (Proverbios 23:26): es la aceptación plena de la salvación por medio de Jesucristo y la decisión de guardar sus mandamientos. Y ese es el camino de la paz. Si deseamos salud espiritual debemos someternos a las leyes morales de Dios al igual que para tener salud física, debemos someternos a las leyes naturales. Y como ambas cosas están relacionadas, la salud física, la emocional y la mental o espiritual, debemos respetar todas las leyes que el Creador no ha legado. “Mucha paz tienen los que aman tu ley y no hay para ellos tropiezo” (Salmo 119:165).

Deseamos que esta obra “Consejero de Medicina Natural” sea para nuestros lectores el camino hacia la salud del cuerpo a través de lo sencillos remedios naturales. Para lograr la salud del espíritu aconsejamos el estudio de la Sagrada Escritura, la Santa Biblia.

En muchas horas difíciles recibirá consuelo-fortaleza y esperanza y la respuesta exacta a las más grandes preguntas del hombre. «La fe viene por el oír la palabra de Dios» (Romanos 10:17). Evite las lecturas negativas, lea cosas positivas y para eso no hay cosa mejor que la Biblia.

En esta obre de Medicina Natural encontrará miles de consejos valiosos. Pero, ¿Por qué no busca primero la ayuda de Dios? Antes de hacer cualquier tratamiento podemos recurrir al “Médico de los Médicos” en una sencilla plegaria pidiéndole salud, sabiduría para efectuar los tratamientos y su bendición en la aplicación de los agentes naturales que El ha creado. Podemos pedirle perdón por las transgresiones a las leyes de los 10 mandamientos y las leyes de la salud, con la fe que El nos escucha pues sabemos que “Dios es Amor” y desea nuestro bien.

Carlos Kozel, escritor de la obra “Consejero de Medicina Natural”.

4 respuestas hasta 'Introducción a la obra «Consejero de Medicina Natural»'

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  1. gloria díaz said,

    me encanta su consejo, es maravilloso contar siempre con DIOS y luego con los recursos que El ha provisto.

  2. ODALYS said,

    ES UN CONSEJO MUY SABIO ,DIOS NOS ABRE EL CAMINO
    Y NOS BRINDA LA MEDICINA PARA CURARNOS TAMBIEN

  3. graciela said,

    Gracias por darme este momento de tanta Fe, no soy d mucho leer, pero por algo encontré esta pag. tan bella, necesitaba escuchar y leer algo muy sabio s como sentirse uno q la escuchan y a su vez me escucho, nuevamente gracias


  4. UNA OBRA MARAVILLOSA QUE POR FORTUNA LLEGÓ A MIS MANOS…. GRACIAS A SU AUTOR POR ESTE ESCRITO TAN DICIENTE SOBRE LA MENTE Y EL CUERPO…. YO SÍ ESTOY CONVENCIDO SOBRE LOS PODERES DE LA MENTE PARA ENFERMARSE UNO MISMO, AÚN ESTANDO SANO.


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