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Estallido en Londres: Ensayo de «terrorismo social» para criminalizar las protestas masivas

(IAR Noticias) 14-Agosto-2011

¿A quién le sirve una turba de violencia callejera anárquica? Una pregunta básica que seguramente se formularon los expertos y estrategas de «guerra psicológica» que diseñaron y aplicaron en Londres las nuevas tácticas orientadas a direccionar y conducir protestas y estallidos sociales urbanos, con objetivos establecidos por el poder dominante. Se utilizan las mismas técnicas de aprovechamiento político del «terrorismo islámico», exportadas y proyectadas mediáticamente en el plano interno (a nivel psicológico) como «terrorismo social». Una estrategia dirigida a dividir la protesta social (entre «pacifistas» y «violentos») y a preparar las bases operativas de la «democracia blindada» para contener y reprimir los estallidos sociales (legítimos) de hambrientos, marginales y desocupados que se avecinan como desenlace de la crisis del sistema capitalista con epicentro en Europa y EEUU.

Por Manuel Freytas (*)
manuefreytas@iarnoticias.com

Se utiliza la vieja y probada fórmula táctica de «crear un problema, y luego aportar una solución«. En Londres, por ejemplo, el problema son los «vándalos, depredadores y violentos» que protagonizaron cuatro días de disturbios con incendios y robos a los comercios y empresas barriales.

La solución (aportada por el poder), consistió en el despliegue de más fuerzas policiales destinadas a la represión, y una propuesta del gobierno británico para incluir a las fuerzas armadas en los dispositivos del control interno dentro de un nuevo marco de legislación más dura para prevenir y combatir las protestas sociales «violentas«.

Desde el punto de vista del impacto (y uso) mediático y social, los incidentes de Londres sirvieron para «demonizar» (como delincuentes violentos) a los sectores más marginales de la periferia, y la a vez permitieron «victimizar» a las fuerzas que participaron de la represión que causó 4 muertos y centenares de heridos.

De la misma manera como el «terrorismo islámico» tras el 11-S fue utilizado como justificativo para invadir países (Irak y Afganistán) y para un redimensionamiento y reequipamiento de las fuerzas armadas, de inteligencia y seguridad de EEUU y Europa, el ensayo de «estallido social» en Londres, traza un módulo experimental para el reforzamiento de los aparatos de represión y control de los sectores más marginados.

La trama del estallido en Londres

A diferencia de los «indignados» (estudiantes y clase media) de España, los estallidos de Londres fueron inicialmente detonados y protagonizados por jóvenes marginales de los barrios más carenciados, con altos índices de desocupación y pobreza, tras la muerte de un joven negro por la policía. Un incidente (manipulado por la policía) que sirvió de clara provocación para incitar la reacción de los jóvenes.

¿Quienes fueron las victimas y perjudicados?

Pequeños y medianos comercios y empresas de clase media (las grandes corporaciones y bancos fueron preservados). Llamativamente, la city londinese y sus grandes estructuras comerciales y turísticas no fueron impactadas por los saqueos y disturbios con incendios. El «daño» (anárquico) de los disturbios fue orientado a perjudicar a una capa amplia de la clase media, cuya opinión fue utilizada masivamente por los medios británicos para «demonizar» y calificar de «criminal» la protesta en consonancia con el gobierno. La pauta lo da un «experto» citado por The Guardian. «El objeto de deseo cuya ausencia es más violentamente resentida son variados, y su número y la tentación por tenerlos crece cada día. Y así crece la ira, la humillación, el desprecio y el rencor que suscita no tenerlos. Saquear tiendas y prenderles fuego, deriva de ese impulso«, señaló el «especialista» en un justificativo psicologista del «acto criminal«.

¿Quienes fueron los victimarios?

El núcleo detonante de los robos y disturbios fueron marginales veinteañeros, pero luego se prendieron desocupados de clase media y estudiantes. O sea que legítimamente hubo causas de marginalidad y desempleo. Pero las protestas no tuvieron consignas políticas (estallido de «violencia pura«). Lo que dio argumentos al gobierno y la policía para calificar a los manifestantes como «criminales y ladrones«, consiguiendo adhesión social masiva para la represión. El experto de The Guardian, el profesor Pitts (en una clara muestra de «criminalización» de los incidentes), señaló que los barrios donde se han registrado los peores disturbios, como Tottenham y Hackney en el norte o Brixton en el sur, coinciden con los lugares donde la policía ha detectado la presencia de pandilleros.

¿Quienes fueron los beneficiarios?

El poder (sistema y gobierno) y las fuerzas de seguridad que (mediante el tratamiento criminal del conflicto y sus protagonistas) se «victimizaron» frente a la sociedad británica, consiguiendo consenso y apoyo para fortalecer el aparato represivo y conseguir leyes para «criminalizar» las protestas argumentando combatir la «violencia y la criminalidad«. Utilizando necesidades, instintos y reacciones sociales legitimas, como el desempleo y la frustración social, los servicios y unidades de «guerra psicológica» británicos, utilizando las redes de Internet y la telefonía móvil, manipularon y direccionaron la protesta social hacia la anarquía delincuencial y sin ningún objetivo de reivindicación social.

La estrategia con el «terrorismo social»

De esta manera, en Londres, y así como existen los atentados de «falsa bandera» (contenidos en el «terrorismo internacional» manipulado por la CIA y la inteligencia occidental) ahora, y con epicentro inicial en las llamadas «revoluciones árabes«, nacieron las protestas y estallidos sociales de «falsa bandera» experimentados y luego exportados desde Medio Oriente y África a las grandes metrópolis centrales europeas.

Probada y estadísticamente, el sistema imperial dominante utiliza el «terrorismo islámico» para disciplinar el «nuevo orden» global y conseguir justificación y consenso internacional para las invasiones militares por conquista de mercados y de recursos estratégicos como el petróleo, la energía, el agua y la biodiversidad cuyas reservas se agotan en el planeta.

También probada y estadísticamente (así quedó demostrado en Londres), el sistema ya utiliza los «estallidos sociales» o protestas violentas (organizados y manipulados por las redes de Internet y la comunicación por telefonía celular) con dos objetivos bien precisos:

A) Desestabilizar gobiernos o regímenes, como primer paso para justificar una intervención militar o cambio de régimen. Como primer caso puedee citarse como ejemplos más emblemáticos las «revueltas populares» de Egipto, y Túnez. Y como segundo, Libia y Siria (y potencialmente Irán) donde las «protestas populares» van derivando en una «rebelión armada» contra el régimen, y posteriormente en una intervención militar (invasión) internacional contra el país. El objetivo es un cambio de régimen y el apoderamiento del mercado y los recursos estratégicos del país.

B) Utilización de los «estallidos» violentos o protestas sociales dentro de las propias potencias centrales para generar consenso social y justificación para reforzar los aparatos represivos internos (policiales y militares) e impulsar nuevas legislaciones de mayor control y criminalización de las protestas sociales.

En este escenario, y siguiendo los objetivos del poder capitalista del cual forma parte, el aparato mediático oficial, británico e internacional, coincidió en calificar los incidentes sociales en Londres como «anárquicos, delincuenciales y carentes de objetivos de reivindicación social«.

En primer lugar, el objetivo (claro y emergente) apunta a separar las «protestas violentas» (la «violencia anárquica y delincuencial«) de las «protestas civilizadas» (las movilizaciones con «reivindicación social«), con la finalidad de dividir a la clase media de las clases bajas y marginales más vulnerables y afectadas por el desempleo, los ajustes y la suba de los alimentos. O sea, dividir (con carácter clasista) la protesta social para su mejor represión y control.

En segundo lugar, en Londres se puso en marcha una estrategia dirigida a dividir la protesta social (entre «pacifistas» y «violentos«) separando a los sectores medios de los estallidos sociales protagonizados por hambrientos, marginales y desocupados que ponen al sistema en riesgo de «ingobernabilidad«.

En tercer lugar, preparar la batería doctrinaria y operativa de una «democracia blindada» (sustentadas en la clase media y alta incluidas) para prevenir y reprimir los levantamientos sociales masivos que se aproximan como desenlace de la crisis global del sistema capitalista.

Fuente: IAR Noticias

(*) Manuel Freytas es periodista, investigador, analista de estructuras del poder, especialista en inteligencia y comunicación estratégica. Es uno de los autores más difundidos y referenciados en la Web.

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Netanyahu considera que Irán es la mayor amenaza mundial

El primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, ha declarado este jueves que ahora que el líder de Al Qaeda, Osama Bin Laden, está muerto, la mayor amenaza del mundo es el líder supremo iraní, el ayatolá Ali Jamenei.

IAR Noticias /
Europa Press

En palabras de Netanyahu, el ayatolá lidera un país alimentado por el «fanatismo«, lo que lo hace especialmente peligroso si obtiene armas nucleares. «Si el régimen iraní consigue bombas atómicas, cambiará la historia«, ha dicho el primer ministro israelí, quien ha advertido de que «el futuro del mundo, el futuro de Oriente Próximo, está en juego«.

Asimismo, ha pedido a la comunidad internacional que en las sanciones que aprueba contra Irán se incluya también una «opción militar creíble» si los castigos económicos «no funcionan«.

Netanyahu ha afirmado, en una entrevista a la cadena estadounidense CNN, que la muerte de Bin Laden ha debilitado a los extremistas, ya que «cuando el terrorista número uno es llevado ante la justicia y eliminado, se dice a los terroristas de todo el mundo que todo tiene un precio y que lo pagarán«.

En relación a la polémica surgida en torno a las fotografías del cadáver del líder de Al Qaeda que finalmente no se van a publicar, Netanyahu ha apuntado que este debate no tiene importancia. «No creo que nadie cuestione realmente que Osama Bin Laden ha sido asesinado«.

Primavera árabe

El primer ministro de Israel se ha mostrado cauto en relación a los beneficios que pueden acarrear para el mundo árabe las revoluciones antigubernamentales, ya que ha alertado de que los extremistas pueden aprovechar las revueltas como sucedió en 1917 en Rusia y en 1979 en Irán.

«Algo muy grande está ocurriendo, una convulsión. Nos gustaría ver el triunfo de la democracia, porque es algo que garantizará la paz«, ha destacado Netanyahu.

No ha querido entrar a valorar, sin embargo, si el presidente sirio, Bashar al Assad, debe dimitir por el trato dado por las fuerzas de seguridad a los manifestantes opositores. Se ha limitado a pedir el cese inmediato de la «masacre de civiles«.

Fuente: IAR Noticias

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Ni «revolución islámica» ni «rebelión popular»: Egipto marcha hacia la «democratización» USA-imperial

El objetivo es terminar con el títere, y preservar la continuidad del titiritero. La «salida democrática» no es una opción islámica como pregonan el «progresismo» y la izquierda, sino una opción concertada entre la Casa Blanca de Obama, los halcones del Complejo Militar Industrial y la logia bancaria de Wall Street. Los dueños de Egipto.

Por Manuel Freytas (*)

Ni «revolución musulmana» ni «rebelión popular«, tras casi tres semanas de protestas callejeras, Egipto empieza a desaparecer de las pantallas y de los titulares de los grandes medios internacionales.

Nadie, ni EEUU ni las potencias imperiales «aliadas«, lo quieren a Mubarak (un títere desgastado y en desuso de Washington) en el gobierno que ya cumplió su ciclo y deberá retirarse a gozar de su jubilación.

En un escenario montado por el Pentágono y el Departamento de Estado (las líneas matrices que controlan Egipto y al resto de los Estados árabes «aliados«) Washington negocia entre bambalinas la «democratización» de Egipto con un amplio abanico de «fuerzas opositoras» en el cual se incluyen los «Hermanos Musulmanes«, el bastión histórico de la resistencia contra Mubarak.

En la práctica, y luego de tres semanas de multitudinarias protestas, y con el ejército sin orden de reprimir, solo unos miles de opositores resisten atrincherados en la plaza Tahrir de El Cairo y piden la renuncia de Mubarak, convertido (con la bendición de EEUU y la Unión Europea) en el timonel de la «transición hacia la democracia«.

Con el ex director de la OIEA, Mohamed Mustafa el-Baradei , por el «ala izquierda» con el Departamento de Estado, y con el brazo local de la CIA, Omar Suleiman, y con el «ala derecha» del Pentágono, toda la «oposición» política egipcia tiene su lugarcito bajo el sol en el nuevo diseño de control de Egipto con la «salida democrática«.

De esta manera, el país de los faraones se integra al dispositivo estratégico (aggiornado y corregido) del proyecto de «remodelación del Medio Oriente» iniciado por los halcones del lobby judío neocon de la era Bush con Rumsfeld y Cheney a la cabeza.

La idea de la Casa Blanca, hoy controlada por el lobby judío «liberal» con Obama como gerente, es plasmar en la órbita de sus satélites árabes el «proyecto democracia» renovando la cara del viejo «orden armado» y terminando con la figura gastada de los dictadores al estilo Mubarak que generan odio y resistencia popular.

Desde el punto de vista estratégico, las revueltas callejeras desatadas contra Mubarak en Egipto, tienen varias lecturas. Incluidas las que alimentan ingenuamente las hipótesis de una «revolución musulmana» o de un «levantamiento popular» que instale en Egipto un régimen alejado del dispositivo de control imperial que rige en Medio Oriente.

En los hechos, y más allá de las proclamas voluntaristas de la izquierda, en Egipto no hay una «revolución musulmana» contra EEUU, sino una protesta social para terminar con Mubarak, un títere desgastado que ya no le sirve al eje EEUU-UE-Israel en sus estrategia de control regional.

El objetivo es derrocar al títere, y preservar la continuidad del titiritero. La «salida democrática» no es una opción islámica como pregonan el «progresismo» y la izquierda, sino una opción concertada entre la Casa Blanca de Obama, los halcones del Complejo Militar Industrial y la logia bancaria de Wall Street. Los dueños de Egipto.

Como sostiene acertadamente el profesor Michel Chossudovsky en un artículo en Global Research: «Las consignas en Egipto son «Abajo Mubarak, abajo el régimen». No se habla de carteles contra EEUU… La influencia decisiva y destructiva de EEUU. en Egipto y en todo Medio Oriente sigue sin mencionarse«.

O sea, en la práctica más rigurosa del escenario egipcio, nadie quiere derrocar al dueño del circo (EEUU), sino voltear al payaso de turno, sacando de la escena aparente al poder militar, y sustituyéndolo por el refinado mecanismo (también aparente) del dominio con el poder «democrático«.

De acuerdo con Chossudovsky, «Las potencias extranjeras que operan entre bastidores están protegidas contra el movimiento de protesta. La embajada de EEUU en El Cairo es una importante entidad política que invariablemente resta importancia al gobierno nacional. La embajada no es un objetivo del movimiento de protesta«.

Está claro entonces, y mirado objetivamente en todos sus ámbitos de resolución, que en Egipto no hay ninguna «revolución musulmana«, al estilo del Irán de Komeini de fines de los setenta (ni nada que le parezca), sino un proceso digitado en todas sus líneas por la embajada norteamericana y las usinas operativas de la CIA y el Pentágono, que controlan la policía y las fuerzas armadas egipcias.

Como siempre, el clima social y político de la rebelión callejera contra Mubarak está alimentado por las líneas convergentes de la politica imperial norteamericana en Medio Oriente con sus ramificaciones y terminales en Israel y en la Unión Europea.

Egipto es un país clave en el dispositivo estratégico regional del eje USA-UE-Israel. No solamente porque es el país árabe islámico «aliado» con mayor potencial militar para contrabalancear la influencia y el poder militar de Irán, sino porque el país de los faraones se ha constituido en la mayor base militar terrestre del Pentágono enclavada en la zona roja de Medio Oriente.

El objetivo de la «democratización» (que comienza por Túnez y Egipto) es terminar con los regímenes resabios de la era de la «doctrina de seguridad nacional» e instalar gobiernos títeres legitimados en las urnas. El propósito evidente es «lavarle la cara» a las bases del dominio imperial en Medio Oriente, para neutralizar focos de resistencia armada en alianza con Irán que puedan desestabilizar el dominio imperial en la región.

Señala la BBC: «Los jóvenes que comenzaron a alentar las protestas en Internet, animados por la caída del gobierno de Túnez, no han conseguido la salida de Mubarak, pero algunos cambios son evidentes. En palabras del presidente de EEUU, Barack Obama: «Egipto ya no volverá a ser lo que era».

O como afirma Michel Chossudovsky: «Tanto Hosni Mubarak como Ben Alí permanecieron en el poder porque sus gobiernos obedecieron e impusieron efectivamente los dictados del FMI. De Pinochet y Videla a Baby Doc, Ben Alí y Mubarak, los dictadores han sido instalados por Washington. Históricamente en Latinoamérica, los dictadores fueron colocados en sus sitios mediante una serie de golpes militares patrocinados por EEUU. En el mundo actual se hace mediante «elecciones libres y limpias» bajo la supervisión de la «comunidad internacional».

«Bajo los auspicios de Freedom House -continua-, disidentes egipcios y oponenttes de Hosni Mubarak fueron recibidos en Mayo de 2008 por Condoleezza Rice en el Departamento de Estado y el Congreso de EEUU También se reunieron con el Consejero de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Stephen Hadley, quien fue «el principal consejero de política exterior de la Casa Blanca» durante el segundo período de George W. Bush.

«La captación de los dirigentes de los grandes partidos de oposición y organizaciones de la sociedad civil en anticipación del colapso de un gobierno títere autoritario forma parte de los cálculos de Washington, aplicados en diferentes regiones del mundo«, agrega el profesor Chossudovsky.

Y se pregunta: ¿Los titiriteros apoyan al movimiento de protesta contra sus propios títeres?

«La remoción de Hosni Mubarak ha estado, durante varios años, entre los planes de la política exterior de EEUU.
El reemplazo del régimen sirve para asegurar la continuidad, mientras suministra la ilusión de que ha tenido lugar un cambio político significativo«, afirma Chossudovsky.

En su opinión, «La agenda de Washington para Egipto ha sido «secuestrar el movimiento de protesta» y reemplazar al presidente Hosni Mubarak por otro jefe de Estado títere, dócil«.

En este escenario, el reemplazo de Mubarak, no es nada más que la concreción de una estrategia de doble vía. Crear por un lado una fachada de «apertura democrática» con elecciones libres y participativas. Y por otro, legitimar y reforzar el aparato militar y policial egipcio como reaseguro interno y externo contra la influencia islámica irradiada por Irán y los países del «eje del mal«.

En términos estratégicos, el reemplazo del régimen «militarista» de Mubarak por un gobierno «democrático» elegido en las urnas significa la combinación del «poder duro» (El Pentágono) con el «poder blando» (el Departamento de Estado) dentro de un dispositivo convergente de control por «izquierda» y por «derecha«.

En otras palabras, controlar Egipto sin oposición, y con todos los gatos metidos en una sola bolsa.

Fuente: IAR Noticias

(*) Manuel Freytas es periodista, investigador, analista de estructuras del poder, especialista en inteligencia y comunicación estratégica. Es uno de los autores más difundidos y referenciados en la Web.

Bomba social: Masiva protesta contra los ajustes en la Unión Europea

30 de Septiembre de 2010 – La crisis financiera que ya se expande por toda la eurozona ha derivado en «crisis social» por medio de tres actores centrales: La baja de salarios como producto de los ajustes, la baja de la capacidad de consumo, el trabajo en negro y el desempleo, que afecta principalmente a los sectores más pobres y vulnerables de la sociedad europea occidental, y que también se extiende como reguero de pólvora por los ex países soviéticos de Europa del Este. El miércoles, ya se produjo un primer desenlace con 100.000 personas participando en Bruselas de una “euromanifestación” contra el ajuste.

IAR Noticias: Informe especial

A dos años del estallido de la crisis financiera, mientras la economía mundial mezcla datos alentadores con otros sombríos, el desempleo se mantiene en un 10 % en la UE y amenaza con pegar un salto con la aplicación de los programas de ajuste en marcha para atenuar el déficit fiscal.

En este escenario, más de 100.000 personas  de 24 países europeos se se movilizaron el miércoles en Bruselas contra los planes de ajuste aprobados en la UE.

Reunidos por la Confederación Europea de Sindicatos, los manifestantes desfilaron sin incidentes por el centro de la ciudad hasta el barrio europeo.

Decenas de miles de trabajadores belgas, franceses, británicos, españoles, italianos, metalúrgicos alemanes, profesores griegos, policías rumanos, polacos llegados en autobús tras un largo viaje y hasta un grupo de belgas vestidos de negro y portando el lema irónico “Federación de Ricos de Bélgica”, desembocaron en el Parque del Cincuentenario, donde se gritó un “no a la austeridad, prioridad al empleo y al crecimiento.

La Confederación Europea de Sindicatos, que convocó a esta manifestación, señaló a la cadena BBC que la estrategia actual de la UE está llevando al fin del modelo social europeo.

«Queremos un cambio del rumbo económico. El actual programa está aumentando el desempleo y no contribuye al crecimiento ni a la cohesión social ni a disminuir el déficit fiscal«, dijo a la BBC Juan Mendoza, consejero especial de la Confederación.

Yves Leterme, primer ministro belga –Bélgica ostenta la presidencia semestral de la UE– afirmó que la manifestación era una señal importante a tener en cuenta”.

Leterme, que aseguró también que Europa debe tomar medidas para evitar que la crisis económica se convierta en crisis social”, recibió a los representantes de los principales sindicatos belgas y manifestó que “es importante reforzar la competitividad sin caer en una austeridad sin perspectivas”.

El presidente de la Comisión Europea, Durao Barroso, por su parte señaló que el resultante de los planes de ajuste es el de las «cuentas públicas desequilibradas y las deudas excesivas«.

Durao Barroso no citó a qué se debe la escalada de las deudas europeas.

El miércoles también hubo grandes manifestaciones en Grecia, España, Polonia e Irlanda, donde un hombre bloqueó las puertas del Parlamento con un camión con la inscripción “Banco Tóxico” pintada en un lateral junto a una petición “para echar a todos los políticos”.

La crisis social como producto del desempleo se empieza a instalar como una enfermedad incurable en la mayoría de los países desarrollados.

En la Unión Europea el mercado laboral tiende a empeorar debido al impacto de los planes de ajuste.

Se estima que en los últimos tres meses del presente año y, sobre todo, en 2011 se harán sentir en toda su dimensión los recortes fiscales anunciados por muchos países para lidiar con el déficit.

En medio del debate en toda la UE sobre qué hacer con el déficit, hay millones de desempleados y una advertencia del primer ministro de Noruega Jens Stoltenberg en un reciente seminario en la OIT:

«Tenemos que evitar que este alto nivel de desempleo se convierta en permanente»

El impacto social ya se empieza a verificar.

En los 33 países más ricos, agrupados en torno a la OCDE (Organización de la Cooperación y Desarrollo Económico), la desocupación ha subido al 18,7 por ciento entre 2007 y 2009 y en Estados Unidos está en 9,5 por ciento.

En Estados Unidos los datos oficiales dados a conocer a mediados de septiembre señalan que uno de cada siete estadounidenses vive bajo la línea de la pobreza: unos 45 millones de la población total de 307 millones.

En el Reino Unido, las casas de empeño han experimentado un boom desde la crisis.

Hace siete años había 800: hoy hay 1300.

Según la Confederación Europea de Sindicatos, hoy, unos 85 millones de personas de los 501 millones que habitan la UE viven en el umbral de la pobreza.

«Afortunadamente todavía tenemos en Europa una red de cohesión importante en términos de salud, educación y políticas asistenciales. Pero a nivel de ingreso, hay unos 85 millones que están por debajo del salario mínimo«, explicó a la BBC Juan Mendoza.

A este escenario, según un informe de la OCDE difundido en mayo pasado (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico), se agrega otro dato central: El 60% de la población laboral europea trabaja con contratos de trabajos precarios y sin prestaciones sociales.

Esta situación -según los especialistas- va a derivar en un situación en la que ese sector, sin cobertura ni protección legal, será despedido en masa, cuando la crisis y los ajustes se profundicen y las empresas decidan «achicar costos laborales« para preservar su rentabilidad.

El reconocimiento de la profundidad de la crisis por los propios líderes y autoridades monetarias, acompañado de anuncios de más ajustes salvajes, se convierte en la antesala natural de más  explosiones sociales y conflictos sindicales contagiándose por toda la eurozona.

Un primer nivel de respuesta a «los ajustes salvajes» está conformado por las huelgas y protestas sociales violentas que amenazan  con extenderse de Grecia a España, y desde allí a todos los países de la región puestos en la mira de los recortes de salarios y reducción de beneficios sociales como Portugal, Reino Unido e Italia, entre los más próximos.

Un segundo nivel de respuesta, todavía potencial, pero proyectado como emergente, es un proceso de «crisis de gobernabilidad« política que va sobrevenir como emergente inexorable de las protestas sociales contra los gobiernos y la clase política.

La bomba social

Con Estados quebrados por la crisis fiscal, con una recuperación todavía débil de la recesión (con países que siguen desacelerados), mercados financieros volátiles (vuelta a la desconfianza del sube y baja), contracción del crédito orientado a la producción, consumo social sin recuperación, bajas de recaudación y subas siderales del déficit, desempleo masivo y ajustes salariales en ascenso la «bomba social» (emergente de la crisis y de los ajustes) ya asoma como el desenlace más lógico en la eurozona.

El sistema de gobernabilidad político y económico de la eurozona hoy se encuentran en riesgo de disolución a raíz de la «crisis financiera« que derivó primero en «crisis recesiva«, luego en «crisis fiscal« de  los Estados, y que ahora se convirtió en «crisis social» de la mano de los ajustes, los despidos laborales y el achicamiento del consumo popular.

Esta dialéctica de acción-reacción  es lo que define, en forma totalizada, un fenómeno que excede la denominación reduccionista de «crisis económica» con el que los analistas del sistema califican el actual colapso económico europeo.

El capitalismo europeo no está en «crisis económica«, sino en «crisis total», y al final del proceso, si quiere supervivir como bloque, deberá echar mano a lo único que puede preservar su dominio: La represión militar.

La dinámica histórica de la crisis y los ajustes pulverizan la columna vertebral del sistema (consumo, voto y credibilidad social) y obligará al poder central europeo a cambiar la estrategia para mantener el dominio y reciclar un nuevo proceso de control político y social.

Esa es la lectura inmediata que surge del proceso europeo con Estados quebrados y ajustes salvajes, que profundiza el desempleo en masa y la crisis de credibilidad social en los políticos y las instituciones.

Fuente: IAR Noticias

El «golpe encubierto»: Una operación a dos puntas ¿Con CIA o sin CIA?

El presidente de Ecuador, Rafael Correa, se metió solo en la boca del lobo (en la manifestación de policías sublevados), y a partir de allí, en medio de la tensión local e internacional, comenzó a desarrollarse una jornada que combinó maniobras políticas para convertir el incidente en un «golpe encubierto«, con una posterior operación comando de fuerzas especiales que terminó con el presidente reinstalado en el palacio presidencial. El saldo: Correa, repotenciado, en el mismo momento de ser liberado, comenzó una campaña de aprovechamiento político mediante la victimización extrema y la promesa de castigo para los «golpistas«. Y la pregunta de fondo ¿Cómo jugó EEUU en el golpe?

Por Manuel Freytas (*)

Los expertos coinciden en Ecuador: No hubo un plan de secuestro del presidente, sino un plan improvisado de convertir la detención del presidente en el hospital en una especie de secuestro no explicito orientado a generar las condiciones para una operación golpista encubierta.

«Golpe encubierto«, y un claro intento del gobierno de aprovechar la situación a favor de Correa fue la sensación y el rumor que empezó a circular entre los especialistas que seguían los acontecimientos desde Ecuador.

Todo había empezado cuando Correa, en un claro intento de sumar marketing político, fue a arengar a los efectivos rebelados para que depusiesen su actitud y aceptaran la medida de recorte salarial que se les había impuesto.

El presidente fue recibido con piedrazos y con gases, y terminó haciendo un discurso que mezclaba lo trágico con la parodia y un llamado a que lo mataran si tenían valor. ¡Mátenme si quieren!, llegó a decir en estado de histeria.

Lo demás, es un proceso conocido y documentado por las cámaras.

Ecuador entró en caos. Saqueos, confusión, enfrentamientos de partidarios del gobierno con la policía, rumores de más levantamientos, operaciones militares en el Parlamento y en el Aeropuerto, técnicamente, un clima golpista de tensión en ascenso con el presidente secuestrado en el hospital policial.

No hubo pronunciamientos, nadie reivindicó el secuestro del presidente, nadie se adjudicó una operación golpista,  pero la procesión iba por dentro, las operaciones de aprovechamiento venían cruzadas, y los políticos y la inteligencia decidieron hacer lo suyo.

Hasta aquí, Correa había cometido un error, estaba encerrado, y entonces comenzaron a funcionar las usinas operativas con la Embajada de EEUU y los políticos, de uno y otro sector, quienes especulaban para posicionarse, y trataban de enterarse si la movida venía con luz verde del Departamento de Estado o del Pentágono.

La CNN acudió al hombre «indicado«, el encargado del aérea de América Latina del Departamento de Estado, Arturo Valenzuela, quien condenó todo intento golpista en Ecuador, pero dejó en claro que Washington todavía no veía las condiciones de un levantamiento contra el poder constitucional.

En el plano internacional, y haciendo suya la denuncia de golpe de Estado de Correa, la Unión Europea, la OEA, presidentes del mundo y la totalidad de los mandatarios latinoamericanos condenaron preventivamente el intento de desestabilización del proceso constitucional ecuatoriano.

Y para completar la UNASUR y el ALBA llamaron a una defensa cerrada del presidente de Ecuador para evitar la repetición de una Honduras en América del Sur.

El «golpe encubierto»

Y las preguntas se multiplicaban. ¿Estaba EEUU detrás del golpe? ¿La Casa Blanca con Correa, y el Pentágono con los golpistas? ¿Washington unido para terminar con el presidente izquierdista?

La aparición, con un claro apoyo a los policías sublevados, del ex presidente Lucio Gutiérrez, alentó las versiones de una mano negra del Pentágono y de los sectores conservadores en la operación que se estaba cocinando con el correr de las horas y la detención de Correa.

De cualquier manera, habían dos operaciones  cruzadas: Por un lado el gobierno tratando de sacar crédito político de la confusa detención de Correa en el hospital militar, y por otro las acciones políticas subterráneas  para convertir el episodio en una serie de acontecimientos que pudiesen derivar en el debilitamiento o la destitución de Correa.

A eso de las cinco de la tarde en Ecuador comenzó, entre los que manejan información clasificada, a correr la versión de una plan de «golpe encubierto« que venía montado en la confusa situación de secuestro no reconocido por los captores, que padecía el presidente Correa.

Según la especie, sectores de la oposición, con Lucio Gutiérrez como pivote, alentaban el plan de mantener secuestrado a Correa, sin ningún pronunciamiento, dejando que transcurriesen las horas y que el presidente y el gobierno comenzaran a sufrir un desgaste mientras Ecuador ingresaba a un «vacío de poder«.

La idea, según la versión, era precipitar negociaciones de emergencia para reducirle el poder a Correacerrando el Parlamento y llamando a elecciones anticipadas, que incluían desde la permanencia del presidente debilitado en su puesto, hasta su derrocamiento por vías institucionales.

Los conspiradores supuestamente jugaban una carta: que ni el Ejército ni la policía leal iban a reprimir a los amotinados ni a intentar operaciones para rescatarlo. Lo que indicaría, según la versión, de que el Pentágono y la estación local de la CIA estaban en la maniobra.

Las palabras del jefe del Ejército ecuatoriano adelantando que el conflicto debería «resolverse entre ecuatorianos» y sin hechos de violencia reafirmaron a quienes hablaban del plan golpista encubierto y sin represión.

A eso de las 22 horas del jueves en Ecuador, se respiraba la sensación de que Correa se había metido solo en una ratonera y que su secuestro, no reivindicado por nadie, iba para largo, mientras se daban las condiciones para la operación política con su destitución.

Pero algo no le cerraba a los especialistas.

Nada indicaba que Correa hubiese sido aislado en un área protegida militarmente por los sublevados, sino que se mantenía en una habitación rodeado por sus custodias, y la única línea demarcatoria de su secuestro era el cerco que habían establecido los sublevados afuera y adentro del hospital.

Esto, según los expertos, pone en evidencia que no hubo una acción militar planificada desde arriba, sino una improvisación sobre la marcha. Lo que empezaba a poner en duda la participación de la CIA en la operación.

Otro punto que no estaba claro era el ingreso de las fuerzas especiales leales al hospital.

¿Una operación de engaño? ¿Fuerzas leales haciéndose pasar por golpistas, y luego actuando para salvar a Correa? Este punto permanece en la nebulosa.

Y plantea en sí misma una conclusión inevitable. Si el Pentágono y la CIA (controladores del aparato militar, de inteligencia y de seguridad de Ecuador) estuvieran en el «golpe encubierto» contra Correa, esas fuerzas especiales no hubieran actuado para rescatar a Correa.

Y para los especialistas, queda claro que esta vez el Pentágono, o un sector importante del mismo, no jugó con los conspiradores, sino  para restaurar la permanencia del gobierno de Correa.

Y también queda claro que si la CIA hubiese intervenido en la operación del secuestro presidencial, habría tomado todas los resguardos de aislamiento y protección del prisionero.

En conclusión, según los especialistas, solo quedan dos alternativas:

A) Que los golpistas solamente hayan actuado y desarrollado el plan con elementos sublevados policíacos locales sin ninguna experiencia en operaciones especiales.

B) Que el Pentágono y la CIA se hayan plegado al golpe y luego dieran marcha atrás, o que directamente hubieran hecho una operación de engaño para rescatar a Correa casi sin resistencia.

Como sintetizó gráficamente un comentarista: «Si la CIA y el Pentágono hubieran estado detrás, Correa no sale vivo«.

En resumen, un error marketinero de Correa, una operación de aprovechamiento a dos puntas, con un plan de «golpe encubierto» detrás. Una prolija operación de rescate militar del presidente. Y Correa, fortificado y exultante, perpetuándose en el sillón del poder con un discurso ganador en el balcón presidencial.

Y nada de eso hubiera ocurrido si la CIA y el Pentágono hubieran estado firmes detrás del golpe para derrocarlo.

Correa salió al balcón, porque el Departamento de Estado, el Pentágono y la CIA así lo quisieron.

Los expertos saben que hay suficiente  experiencia estadística  en América Latina para pensar lo contrario.

Fuente: IAR Noticias

(*) Manuel Freytas es periodista, investigador, analista de estructuras del poder, especialista en inteligencia y comunicación estratégica. Es uno de los autores más difundidos y referenciados en la Web.

La «amenaza islámica»: Oleada mundial de advertencias de ataques «terroristas»

El nuevo montaje de la «amenaza islámica» en EEUU, los diversos «ataque terroristas» frustrados antes de que sucedan a escala planetaria, el reciclamiento de la amenaza de «Al Qaeda» en Asia, África  y Medio Oriente, las denuncias de Obama y los líderes europeos sobre complots «terroristas islámicos» en marcha, las detenciones masivas de «sospechosos» en EEUU y Europa, son piezas operativas del lanzamiento (y aggiornamiento) de una nueva fase de la «guerra contraterrorista» a escala global. Y en ese tablero, sobresale nítidamente la operación preparatoria del ataque a Irán.

Por Manuel Freytas (*)

La «guerra contraterrorista» se reactualizó en los últimos días con una oleada mundial de advertencias de «ataques terroristas» a escala global, con epicentro en Europa y en EEUU, donde el «peligro islámico» recobró vigor con la histeria islamofóbica desatada con la amenaza de la quema de ejemplares del Corán.

Nuevamente las «alertas terroristas» con amenazas de «ataques inminentes» busca desatar otra ola de psicosis mundial con el «terrorismo«, y una vez más, las comunidades islámicas de Gran Bretaña y Europa están siendo sometidas a cacerías y detenciones de sospechosos de integrar un «complot terrorista«.

La nueva operación se desarrolla dentro del cuadro generalizado de rechazo al Islam, activado por el anuncio de la construcción de una mezquita en la zona de los atentados del 11-S.

Desde el último aniversario del 11-S en EEUU, Reino Unido, Francia, Alemania, España, las potencias centrales europeas, se acoplaron a las advertencias de EEUU, con sus propias denuncias y señales de «ataques terroristas» en alta escala.

La oleada de advertencias en cadena convirtieron a la eurozona en una blanco potencial (y de alto riesgo) de ataques sincronizados del «Al Qaeda«, cuya «reaparición» también se registra en todas las zonas conflictivas o de ocupación de Asia, África y Medio Oriente.

La psicosis en Europa

El viernes pasado, el jefe del espionaje británico advirtió que Gran Bretaña enfrenta nuevas y peligrosas amenazas del «terrorismo» incubadas en Irlanda del Norte, Oriente Medio y el norte de Africa.

En un inusual discurso público, el director del MI5, Jonathan Evans, sostuvo que es cada vez más posible que los ataques contra Gran Bretaña procedan de Somalia, Yemen o Belfast, «en momentos en que grupos ligados a la red Al-Qaeda huyen de sus bastiones en Pakistán«.

Los «terroristas» en todo el mundo, incluidas decenas de personas que nacieron o que viven en Gran Bretaña, están «recibiendo instrucción en campos de entrenamiento en Somalia del grupo terrorista al-Shabaab, alineado con Al-Qaeda«, afirmó Evans.

Un informe, publicado en la primera semana de septiembre por el grupo de análisis Royal United Services Institute (RUSI), advierte de una creciente radicalización de los musulmanes en cárceles británicas y una política exterior que «sirve para fomentar el aislamiento y el resentimiento« que sienten algunos miembros de esta minoría.

«Existen todas las condiciones para que ocurra una serie de ataques en cualquier momento«, destacó el informe, escrito en parte por el director de la RUSI, Micheal Clark, ex asesor del Gobierno británico en temas de seguridad.

Por su parte, el Gobierno francés alertó el fin de semana pasado que existe una «amenaza real« de atentados terroristas en el país, muy probablemente contra la red de transporte, después de que la emisora RTL informara que estaba previsto un atentado para el jueves pasado que finalmente no se produjo.

«La amenaza terrorista es real y por tanto nuestra vigilancia está actualmente reforzada«, señaló a la prensa el ministro del Interior, Brice Hortefeux, que envió un mensaje de «gran vigilancia» a los ciudadanos.

No obstante, el ministro quiso «tranquilizar a los franceses porque hemos movilizado todos los medios necesarios, indispensables, para prevenir actos que podrían ser peligrosos«, insistiendo en que la amenaza «es real«.

Aunque la amenaza se llegó a considerar como «elevada» a partir del jueves, desde hace al menos diez días las autoridades francesas amplían las medidas de seguridad ante un posible atentado.

El jefe del servicio de contra-espionaje (la DCRI, según sus siglas en francés), Bernard Squarcini, confirmó que la «amenaza de un atentado en suelo francés nunca había sido tan grande«.

«Francia puede recibir un golpe terrorista«, afirmó Squarcini el sábado, en declaraciones que coincidían con el secuestro de cinco franceses en Níger. El domingo, el ministro de Interior, Brice Hortefeux, afirmó que «la amenaza se iba concretando«.

Tras la anunciada operación de comandos franceses contra la base de Al Qaeda en julio, la (supuesta) organización «terrorista» difundió un comunicado en el que juraba vengarse: «Al enemigo de Alá, Sarkozy, decimos: has fallado, y ahora has abierto la puerta para que el horror llegue a ti y a tu país«.

Tras el último aniversario del 11-S en EEUU, el comando de la «lucha antiterrorista» advirtió del retorno a Francia y Europa de jóvenes «terroristas» que fueron entrenados militarmente en Pakistán o Afganistán.

Como parte del escenario, el martes de la semana pasada, tanto la Torre Eiffel como el intercambiador de Saint-Michel tuvieron que ser evacuadas por amenazas de bomba que, luego, resultaron ser falsas.

También el director de la Oficina Federal Criminal alemana (BKA), Jörg Ziercke, advirtió en la primera semana de septiembre del incremento de la «amenaza islámica» en Alemania producido por el retorno de «terroristas» supuestamente adiestrados en los campamentos de entrenamiento  de la frontera afgano-paquistaní.

Los servicios alemanes «estiman»  que hay unos 400 «terroristas islámicos» viviendo en Alemania, que fueron adiestrados en estos campamentos e incluso con «experiencia en combate en Afganistán«, explicó  Ziercke en declaraciones al diario Tagespiegel.

«Desde que comenzó 2009 hemos registrado un incremento en los viajes y los intentos de viaje de miembros de círculos con tendencias violentas», afirmó .

«En Alemania ahora mismo tenemos clasificados a 131 instigadores potenciales. Estas personas son las que asumimos que pueden perpetrar actos criminales de magnitud considerable y por motivos políticos«, señaló  Ziercke . Y añadió: «tenemos pruebas concretas de que 70 individuos han completado un entrenamiento paramilitar en campamentos terroristas«.

También es España, el viernes pasado, los servicios de inteligencia advirtieron que el riesgo de un atentado «terrorista» de gran magnitud en el país es «elevado«.

De acuerdo con la apreciación del espionaje español, el grupo «terrorista» que más interés tiene en España es Al Qaeda para la Península Arábiga (AQPA), una de las «formaciones activas de la red criminal de Osama Bin Laden y Ayman Al Zawhiri«.

Este grupo -señala la inteligencia española-  busca la recaudación de dinero a base de secuestros y extorsiones, y está preparando otro ataque terrorista como el perpetrado el 11 de marzo del 2004 en Madrid.

Alertas sincronizadas

La nueva escalada de operaciones de «alerta» de nuevos ataques «terroristas» funciona como una aceitada maquinaria de relojería coordinada por el espionaje USA-europeo.

Los informes de la inteligencia estadounidense se complementan con los realizados por los servicios británicos, franceses y alemanes, que advierten alertando continuamente de que Al Qaeda y algunas variantes del «terrorismo islámico» ya cuentan -o están en proceso de contar- con armas nucleares capaces de activar explosiones limitadas, pero de efecto devastador, en ciudades claves de Europa o de EEUU.

En estas hipótesis también coinciden el resto de los servicios de inteligencia de las potencias europeas, que embarcadas en planes comunes y en programas de intercambio para la «guerra contra el terrorismo«, también ya han adoptado la tesis del «terrorismo nuclear iraní» como nueva hipótesis de conflicto.

Pero, lo más sugestivo, es que todas las hipótesis coinciden en situar una presunta relación Irán-Al Qaeda como la base de despegue internacional del «terrorismo nuclear» a escala internacional.

Desde el 11-S, en el 2001, el «terrorismo» se constituyó en una herramienta clave del Estado imperial USA para administrar y controlar la maquinaria planetaria del «nuevo orden« emergente tras el estallido de las Torres Gemelas en Nueva York.

En el 2004, la Unión Europea se sumó a la estrategia norteamericana diseñando y poniendo en práctica un plan «contraterrorista» que trasladaba a territorio europeo la cruzada militar y de seguridad contra el «eje del mal«, que iniciara la administración Bush tras los atentados del 11-S.

Tras la imposición planetaria del combate contra el terrorismo (principalmente islámico) la «psicosis terrorista» inundó la portada de la prensa internacional y se extendió por aeropuertos, metros, estaciones de trenes, y por todo lugar donde se produjeran concentraciones masivas de personas.

La adopción europea de la «guerra contraterrorista» representó un triunfo de las tesis de caracterización del terrorismo como el «nuevo enemigo» del mundo occidental. A la vez dio piedra libre al lanzamiento de la nueva doctrina de seguridad nacional  norteamericana, y al concepto de guerra preventiva con que la administración imperial justificó las posteriores invasiones a Irak y Afganistán.

En resumen, la nueva y creciente  escalada de amenazas de ataques del  «terrorismo islámico» en los últimos días, se reactualiza en un marco de creciente retroceso y derrota de las fuerzas militares  de ocupación de EEUU y de la OTAN en Irak y Afganistán.

El nuevo montaje de la «amenaza islámica» en EEUU,  los diversos «ataque terroristas» frustrados antes de que sucedan a escala planetaria, el reciclamiento de la amenaza de «Al Qaeda» en Asia,  África  y Medio Oriente, las denuncias de Obama y los líderes europeos sobre complots «terroristas islámicos» en marcha, las detenciones masivas de «sospechosos» en EEUU y Europa, son piezas operativas del lanzamiento (y aggiornamiento) de una nueva fase de la «guerra contraterrorista» a escala global.

Y en ese tablero, sobresale nítidamente la operación preparatoria del ataque a Irán.

La nueva oleada sincronizada de advertencias de «ataques terroristas» forman parte indivisible de las operaciones para derrotar a los talibanes en Afganistán, ocupar Pakistán, Sudán y Yemen, justificar acciones militares contra Irán antes de que se convierta en potencia nuclear.

Y no se descarta  un posible segundo 11-S para distraer la atención del rebrote de la crisis económica que ya ha derivado (por medio del desempleo) en crisis social tanto en EEUU como en Europa.

Fuente: IAR Noticias

(*) Manuel Freytas es periodista, investigador, analista de estructuras del poder, especialista en inteligencia y comunicación estratégica. Es uno de los autores más difundidos y referenciados en la Web.

El medio es el mensaje: Cómo manipulan la realidad las grandes cadenas televisivas

IAR Noticias, 29 de Diciembre de 2007 – Así como el medio es el mensaje (según la teoría de Mac Luhan) la TV es la masividad del mensaje globalizado a nivel planetario, y lo que no está en las pantallas de las grandes cadenas televisivas simplemente no existe.

Por Manuel Freytas (*)

«Tensa espera y horas cruciales para la noticia que conmueve al mundo«, decía el miércoles (antes del asesinato de Bhutto en Pakistán) el sobreimpreso titilando en la pantalla de la CNN.

Y dentro de un razonamiento lógico y escalonado un televidente se preguntaría ¿Estará por estallar la guerra EEUUIrán? ¿Habrá invadido Turquía el norte de Irak? ¿Se habrá disparado el petróleo a mas de 100 dólares el barril? ¿Habrá estallado la recesión mundial? ¿Se estará por revelar que el crecimiento desmesurado de las ganancias y de las fortunas capitalistas ya ha dejado a miles de millones de personas en estado de pobreza o indigencia en todo el planeta? ¿Se estará por revelar que el desarrollo irracional de la industria capitalista privada ya ha destruido la mayoría de la fauna, la flora, los ríos y los mares de la tierra?

Nada de eso: el sobreimpreso y la cobertura «en vivo« de la CNN se refería a las «horas cruciales» que transcurrirían hasta que fuesen liberados tres rehenes de las FARC en Colombia.

Marshall Mac Luhan decía que «el medio es el mensaje«, y el mensaje manipulado e impuesto masivamente por la CNN, la principal cadena mediática de habla hispana, era que la liberación de los rehenes de la FARC revestía una importancia «crucial» para el mundo.

Nadie sabe ni podría explicar racionalmente (incluidos los comentaristas y presentadores de la CNN) porqué la liberación de tres rehenes se puede convertir en objeto prioritario de «interés mundial«, pero ése es el mensaje (el «producto final«) que queda grabado en el cerebro desprevenido de los televidentes masivos.

¿En qué cambia la realidad política y social de América Latina la liberación de los  tres rehenes por parte de las FARC? ¿Acaso modifica en algo la situación de Colombia? ¿Acaso modifica en algo la situación de la región? ¿Cuál es el valor estratégico de la noticia sobre la liberación de tres rehenes que la convierte en objeto «crucial» para el mundo?

Si se le preguntara a cualquier analista o periodista del sistema sobre cuál es la importancia estratégica que reviste para América Latina la liberación de tres rehenes de la FARC, seguramente se quedaría sin respuesta.

El «medio es el mensaje«, y las cadenas televisivas son el primer eslabón (la usina generadora) de lo que luego la prensa internacional y los medios locales convierten en «noticia mundial«: Lo que no ingresa en este circuito, simplemente no existe.

Y además de ser el «mensaje«, la CNN, junto con las otras cadenas internacionales (que hegemonizan la comunicación masiva a nivel planetario) determinan lo que es «importante» (valoración de las noticias) y lo que es «secundario», además de decidir qué ingresa o no (selección de las noticias) en el flujo informativo diario.

A lo que es «importante» se le destaca cobertura especial (generalmente «en vivo«) con gran despliegue de títulos, sonidos, imágenes y corresponsales, mientras que a lo «secundario» sólo se le destina un pequeño espacio sin relevancia en el «paquete informativo«.

A fines de 2007, en un escenario mundial en el que se combinan interactivamente los fantasmas de una recesión mundial en puerta, una escalada simultánea de los precios del petróleo y de los alimentos que ya comienza a perfilarse a escala global, conflictos militares en desarrollo o a  punto de un desenlace en Medio Oriente, Asia y África, y conflictos geopolíticos y económicos por áreas de influencia entre las potencias, las cadenas informativas y la prensa internacional (agencias, diarios y radios) han decretado que lo que «interesa al mundo« es la liberación de los tres rehenes de las FARC en Colombia.

Este statu quo «informativo» con el «canje humanitario» apenas fue quebrado por la «conmoción internacional» causada el jueves por el asesinato de Benzir Bhutto en Pakistán, pero continuaba este viernes con el apresto para recibir a los rehenes liberados.

Mientras a las matanzas diarias en Irak, Afganistán, África y Medio Oriente, o a los bombardeos turcos en el norte de Irak se les asigna un lugar «secundario» (pequeños espacios sin relevancia en las portadas en los titulares) las grandes cadenas han decidido que la «preocupación del mundo» (lo «importante«) pasa estos últimos días del año por la liberación de los rehenes de las FARC en Colombia.

Los mismos consorcios mediáticos (locales e internacionales) que a diario manipulan y falsifican información sobre la situación de América Latina, o que a diario deforman la comprensión del proceso de concentración de riqueza en pocas manos y esconden la relación depredación capitalista = pobreza y exclusión social de más de 200 millones de latinoamericanos, de pronto descubren (y resaltan a través de títulos y de coberturas en «vivo«) el carácter «humanitario trascendental» de la liberación de los tres rehenes de las FARC.

En el universo de las grandes cadenas informativas (moldeado a fuego en el cerebro de los televidentes) no imperan la lógica y el razonamiento sino los títulos y las imágenes elegidas por los que determinan lo que «es noticia» y lo que «no es noticia».

Esta ecuación define, a su vez, el poder hegemónico (sobre el cerebro de las mayorías) que detentan quienes  manejan los  niveles de decisión a la hora de valorar lo que es «importante» o lo que es «secundario» en el proceso informativo mundial.

Por medio del proceso de «valoración» y «selección» de las noticias las grandes cadenas mediáticas hacen que los hechos y  los procesos «existan o no existan» (según le convenga a los intereses de establishment de poder económico que alimenta sus estructuras comerciales).

Así como las técnicas de manipulación mediática sirven para imponer y nivelar un «pensamiento único» (afín a los intereses del dominador) también sirven para esconder la realidad, crear cortinas de humo, y fabricar «atención social«,o «indiferencia«, ante los distintos acontecimientos locales o internacionales que se van sucediendo.

Las grandes cadenas, cuando quieren imponer un «eje de información» o de «noticia» lo imponen. Y lo imponen mediante  una metodología: con repetición secuencial y con coberturas en vivo.

Si las grandes cadenas televisivas trasnacionales trasmiten una cobertura en vivo, imponen planetariamente la información a las cadenas y medios locales que la retrasmiten y potencian a las sociedades ubicadas en su área de influencia.

Así como el medio es el mensaje (según la teoría de Mac Luhan) la TV es la masividad del mensaje globalizado a nivel planetario, y lo que no está en las pantallas simplemente no existe.

En consecuencia,  el «consumidor» de TV (el alienado programado) también se rige por un axioma elemental: si no está en la pantalla no existe.

Y como ni Irán, ni los precios del petróleo (el eje del desenlace estratégico de la crisis global que se avecina) ni las matanzas imperialistas en África, Asia y Medio Oriente, ni las estadísticas de pobreza  y marginación mundial aparecen destacados (en coberturas «en vivo«) por las pantallas o los titulares de las grandes cadenas informativas este fin de año, para el televidente nivel promedio estadístico simplemente esos procesos no existen.

Y se convierte en realidad la lógica de Mac LuhanEl medio es el mensaje.

el mensaje es el Imperio capitalista, así de sencillo.

Fuente: IAR Noticias

(*) Manuel Freytas es periodista, investigador y analista, especialista en inteligencia y comunicación estratégica. Es uno de los autores más difundidos y referenciados en la Web.

El «mundo único»: La falsa guerra de la «izquierda» contra la «derecha»

Cambian los escenarios, cambian los contenidos ideológicos, cambian los objetivos estratégicos, cambian las metodologías de lucha, pero la dinámica de los procesos y los actores son los mismos. La «izquierda» y la «derecha» ya no  están en guerra permanente  por la resolución de un orden internacional  de bloques enfrentados como «sistemas» diferenciados (como en la guerra fría URSS-bloque occidental), sino que disputan por el control de los gobiernos del sistema capitalista vigente como «mundo único«.

En términos doctrinarios y estratégicos, la «nueva izquierda» ya no lucha contra la «derecha» para sustituir al Estado capitalista, sino que lucha  para «socializar» el sistema capitalista desde adentro sin tocar sus estructuras históricas de dominio y de poder.

Por Manuel Freytas (*)

1) La vieja guerra

Ya no se trata de una guerra excluyente por la eliminación del contrario (izquierda comunista vs. derecha capitalista), sino de una competencia política para imponer proyectos alternativos dentro del mismo sistema.

Ni la izquierda es «revolucionaria» ni la derecha es «contrarrevolucionaria«: Ambas son la expresión del mismo sistema capitalista sólo diferenciadas por el discurso.

Ya no se utiliza la calificación de «izquierda» entendida en los parámetros de la Guerra Fría entre el sistema capitalista y el sistema comunista,  sino en los términos de «reformar» el sistema controlado por la «derecha«.

De la misma manera se utilizan y califican las posiciones de izquierda (como expresión de «progresismo y democracia«) contra la derecha (como expresión de «retrógrado y fascista«), en los términos de la inserción de ambas como alternativas dentro del mismo sistema.

En el marco internacional, se trata de un reposicionamiento de la «Guerra Fría«, no ya entre dos sistemas opuestos (el capitalista y el comunista) sino entre potencias capitalistas que se disputan la hegemonía del poder mundial.

La antigua «Guerra Fría» de la URSS con EEUU (y el bloque aliado de naciones capitalistas) era principalmente por áreas de influencia militar y política: el sistema comunista vs. el sistema capitalista occidental.

Se trataba  de una «guerra entre sistemas«, económicos, políticos y militares, diferenciados que se disputaban el planeta dividido en áreas de influencia.

Como consecuencia irradiadora, en el mundo y en los cinco continentes confrontaban «dos sistemas«:  la «revolución socialista» por vías del poder armado, o del poder político (exportada por la URSS), y la «civilización capitalista de libre mercado»(exportada por EEUU y sus aliados).

El marco operativo y estratégico se definía por el objetivo buscado: La izquierda quería eliminar de raíz al sistema capitalista (o sea a la «derecha«) de la propiedad privada y sustituirlo por otro sistema de reparto social igualitario y sin explotación del hombre por el hombre. Y la «derecha» quería lo contrario: destruir a la izquierda para preservar al sistema capitalista.

Esta guerra de «sistemas«, de la «derecha«, -el sistema-  contra la «izquierda«, -el antisistema- donde se enfrentaban los que querían el «hombre nuevo» de la revolución y los que defendían el statu quo del «hombre viejo» del sistema capitalista, experimentó un cambio cualitativo,  un salto transformacional histórico, cuando el capitalismo terminó con el sistema socialista de la URSS en la década del 90.

Con la derrota y desaparición de la URSS (punto de referencia geopolítico y logístico de la «revolución socialista» y de sus movimientos armados) desaparece el sistema comunista, y el sistema capitalista occidental de «libre mercado» ingresa al nuevo «orden mundial» convertido en sistema hegemónico unipolar liderado por EEUU como potencia locomotora.

2) La nueva guerra

Colapsado el sistema socialista de la URSS y el esquema del orden mundial «bipolar«, el sistema capitalista se licuó en un orden internacional «unipolar» con EEUU como potencia regente. En el vértice del triángulo, terminó la «guerra entre sistemas«, y comenzó la era de la «guerra intersistema» con las potencias mundiales compitiendo entre sí por áreas de influencia (geopolítica, militar y económica) y sin romper el ordenamiento internacional del sistema capitalista.

En este nuevo escenario, emergente del fin de la «guerra entre sistemas«, la guerra de la «izquierda» contra la «derecha» también experimentó un salto cualitativo y transformacional.

El teatro de confrontación supervivió, pero su marco cambió de contenido doctrinario y de objetivo estratégico. La «nueva izquierda» y la «nueva derecha» ya no combaten militarmente desde polos diferenciados y excluyentes («sistema» y «antisistema«), sino que disputan una guerra político-ideológica conviviendo dentro de un mismo sistema.

En el nuevo marco de disputa, «izquierda» y «derecha» ya no son enemigos excluyentes (revolución vs. contrarrevolución), sino rivales políticos-ideológicos que conviven y compiten por el control del Estado capitalista.  El teatro de confrontación ya no es económico-político-militar, sino ideológico-político-electoral dentro de normas fijadas por la preservación del sistema dominante.

La polarización ideológica, ya no se define por una guerra por el exterminio de uno u de otro («sistema» vs. «antisistema«) sino por una competencia establecida dentro del ordenamiento (y las reglas) de la «gobernabilidad«, la «estabilidad» y la «paz social» del sistema capitalista.

La «izquierda» y la «derecha» ya no pelean su guerra en escenarios clandestinos asimétricos de la lucha armada, o en marcos sociales de huelgas y conflictos violentos, sino que lo hacen por medio de movilizaciones pacificas o de procesos electorales enmarcados dentro de la «legalidad» del sistema

Por lo tanto, a la contradicción fundamental de la «guerra intersistemas» (comunismo vs. capitalismo) por áreas de influencia y dominio geopolítico-militar, le sucedió la «guerra intercapitalista» por áreas de influencia y de control de recursos productivos y de mercados, dentro de un mismo sistema.

Como emergente, los conflictos sociopolíticos ya no se desarrollan en el radio de influencia de «sistemas diferentes» (comunismo vs. capitalismo) sino como contradicciones económicas, políticas y sociales de un «sistema único»: el capitalismo de libre mercado nivelado como «única civilización» para todo el planeta.

En consecuencia, y tras la caída de la URSS y de los movimientos revolucionarios armados, el mundo gira (o lo hacen girar) hacia la derecha del Imperio, o hacia la izquierda del Imperio.

La nueva «izquierda democrática» post-Guerra Fría ha subvertido el significado histórico y funcional de la palabra «revolución«: Hacer la revolución ya no es cambiar el sistema capitalista, sino adaptar el discurso revolucionario al sistema capitalista.

Su ideología es «reformista» (comprendida dentro del sistema capitalista) y no revolucionaria. No es anticapitalista, sino crítica al capitalismo de derecha al que quiere sustituir en el gerenciamiento de los Estados capitalistas. No lucha para derrocar al sistema capitalista, sino para derrotar a la «derecha» que administra el sistema capitalista.

La izquierda asimilada plantea una «guerra» no ya en los términos de la Guerra Fría, donde la izquierda se referenciada en la Unión Soviética y en Cuba y la derecha en EEUU y el bloque occidental, sino en los términos de la guerra entre un capitalismo «democrático» y un capitalismo «fascista» y militarista.

Asimilada dentro de la nueva estrategia de dominio «democrático« y del «Estado trasnacional» exportados por Washington, la «izquierda democrática«, sigue los parámetros de la lucha contra el «militarismo» y la «derecha» de la década del 70, sin los objetivos concretos de toma del poder que guiaban a la izquierda armada revolucionaria de entonces.

La nueva izquierda vive mentalmente en la «guerra fría«, en el escenario ideológico de los militares de la «doctrina de seguridad nacional«, mientras Washington (en un claro desfasaje histórico) ya no domina con los militares sino con elecciones, políticos y un orden blindado basado en el respeto al «orden constitucional«.

La izquierda (asimilada a la filosofía del «único mundo posible«) ya no piensa el mundo en función de la guerra a muerte para terminar con el sistema capitalista (el dueño del mundo), sino en función de terminar con la «derecha» dentro del marco del mismo sistema.

3) La integración de los opuestos

Vaciada de su contenido «antisistema«, hoy la izquierda sigue en guerra contra la «derecha«, no ya para destruir al Estado capitalista sino para gerenciarlo en su lugar. La «nueva izquierda» revirtió el marco ideológico-doctrinario: Ya no pelea estructuralmente contra la «derecha» para destruir al sistema capitalista, sino para «transformarlo» (reformarlo sin tocar la substancia esencial del sistema de la propiedad privada y de la dominación del hombre por el hombre).

En su tesis teórica liminar, la «nueva izquierda» (como expresa Chávez) plantea «socializar» el capitalismo sin guerra militar ni toma del poder, con la misma herramienta (el Estado) que utiliza el capitalismo para hacer lo contrario: Concentrar riqueza y propiedad privada en pocas manos y expulsar a las mayorías a la pobreza y a la exclusión social.

Esta teoría presupone que el sistema capitalista (cuya esencia histórica es la concentración de riqueza en pocas manos) podría de pronto reconvertirse en «socialista» con los multimillonarios renunciando pasivamente a sus fortunas y las corporaciones y bancos trasnacionales repartiendo sus activos y estructuras empresariales entre los que menos tienen.

Y esto implicaría también que EEUU renunciaría a la hegemonía del dólar, clausuraría el templo financiero de Wall Street y convertiría a sus arsenales, sus bases militares y flotas nucleares en santuarios pacifistas entregándoles el poder a los que  quieren transformar el capitalismo en socialismo sin disparar un solo tiro.

En términos doctrinarios y estratégicos, la «nueva izquierda» (en su expresión gubernamental) ya no lucha contra la «derecha» para sustituir al Estado capitalista, sino que lucha contra la «derecha» para «socializar» el sistema capitalista desde adentro sin tocar sus estructuras históricas de dominio y de poder.

En otras palabras, competir con la «derecha» por el gerenciamiento político sin destruir el «ordenamiento económico» (sistema económico-productivo controlado por el capital privado), el «ordenamiento político» (Estado capitalista controlado por los grupos y las corporaciones capitalistas) , y el «ordenamiento social» (valores basados en el individualismo y la sociedad de consumo).

Por lo tanto, la nueva izquierda y sus teóricos carecen de una visión  totalizada y actualizada de la estrategia de dominio (y del control de la «gobernabilidad«) que utiliza el Imperio capitalista para concretar sus objetivos de conquista de mercados y de apoderamiento de recursos vitales a escala global.

En un momento en que el sistema capitalista (exceptuando unos pocos países donde aplica la ocupación militar) controla el mundo con el «sistema democrático» (el control político), con la sociedad de consumo (la ideología y los valores consumistas impuestos como máxima creencia social), y con los medios de comunicación (los nuevos represores y controladores sociales sin uso de las armas), la izquierda asimilada al sistema sigue identificando al «viejo orden» (los militares y la «derecha militarista» de la Guerra Fría) como el principal enemigo estratégico a derrotar.

En resumen, la izquierda «antimilitarista» rechaza los movimientos«fascistas» como el golpe militar-institucional de Honduras (expresión modificada y actualizada de los golpes setentistas), pero acepta y apoya golpes «democrático-institucionales«, como el ejecutado en Ecuador contra Lucio Gutiérrez que finalmente culminó en el gobierno «izquierdista» de Rafael  Correa.

En lo substancial (y aunque se proponga «anticapitalista» en el discurso), la izquierda asimilada identifica como enemigo al imperialismo «político-militar» de la Guerra Fría, en un escenario en que el sistema capitalista ha girado hacia el dominio «politico-democrático«.

Las nuevas estrategias de control con el «poder blando» ya no están  dirigidas a la supresión o al control físico de sus enemigos, sino que utiliza técnicas psicológicas orientadas a controlar  los cerebros mediante la manipulación con el «pacifismo» y la «democracia» como factores integradores al sistema.

En consecuencia, los descendientes de la izquierda setentista «democratizada«, ya no pelean contra la depredación del sistema capitalista, no pelean contra las columnas vertebrales de la nueva dominación (políticos, medios de comunicación y sociedad de consumo) sino que pelean contra los que infringen o ponen en peligro el sistema de gobernabilidad democrático.

Como resultante, izquierda y derecha son complementarias (dentro de las estrategias de control del sistema capitalista)  y se articulan como una «alternativa» dentro de lo mismo.

Por lo tanto, la única diferencia existente entre un «gobierno de izquierda»  y otro de «derecha«, es el discurso cargado de «ideología» (desfasada de la realidad) y sin aplicación práctica en el presente.

4) La alternativa dentro de los mismo

Al abandonar sus postulados setentistas de «toma del poder» y adoptar los esquemas de la democracia burguesa y el parlamentarismo como única opción para acceder a posiciones de gobierno, la «nueva izquierda» se convirtió en una opción válida para gerenciar el «Estado trasnacional» del capitalismo en cualquier país de América Latina y del mundo.

Precisamente, ese «orden» establecido estaba  amenazado por  la «izquierda antisistema» militarizada de la «guerra fría«, y la respuesta a su accionar eran  los golpes militares de la «derecha» apoyados por EEUU.

En este nuevo marco de enfrentamiento (fijado por la guerra político-electoral), la «nueva izquierda» (a diferencia de la izquierda de la «guerra fría«) ya no lucha contra el Imperio capitalista como totalidad estratégica y funcional, sino que lucha para convertirse en alternativa a la «derecha» de ese mismo sistema.

En resumen, el sistema capitalista unipolar (con EEUU como potencia regente) no solamente terminó con el conflicto «entre sistemas» a nivel internacional, sino que también terminó con la «izquierda antisistema» integrándola como alternativa de gobierno a sus estructuras de dominación planetaria.

Y ya hay laboratorios experimentales de procesos sociales y políticos con experiencia de gestión de la «nueva izquierda» al frente del Estado capitalista.

Dentro de este nuevo esquema de polarización «izquierda» vs. «derecha«, la guerra ya no se define por la «destrucción mutua» asegurada, sino por la búsqueda de una posición dominante dentro del mismo orden económico, político, militar y social  establecido.

Terminada la guerra político-electoral, la «izquierda«, tanto como la «derecha«, defienden los mismos valores institucionales del sistema capitalista: «orden  democrático»«estado de derecho»«paz social», como sustentos básicos de la preservación del Estado y de la sociedad capitalista de la propiedad privada.

La asociación beneficiosa entre la «izquierda civilizada» y el establishment del poder capitalista es obvia: El sistema (por medio de la izquierda) crea una «alternativa de gobernabilidad» a la «derecha neoliberal«, y la izquierda (y los izquierdistas) pueden acceder al control administrativo del Estado burgués sin haber hecho ninguna revolución.

Y nació el distintivo axiomático que guía a los gobiernos «progresistas» en la región: hacer discursos con la izquierda y gobernar (con y) para los intereses de la derecha.

Cualquier «tercera posición» frente a esta alternativa dualista es descalificada inmediatamente como «conspirativa infantilista»: Fuera del espacio de la «izquierda» o de la «derecha» (la antitesis oficial aceptada)  sólo existe la crítica «sin propuestas y sin trinchera«, como califican los teóricos «progresistas» a la posición de los que definen a la izquierda y a la derecha como alternativas de lo mismo dentro del sistema capitalista.

En resumen, los que no toman partido por la «izquierda» o por la «derecha» (aunque combatan y denuncien al sistema capitalista) son «conspirativos» y están (como los marginales y expulsados del sistema capitalista) excluidos del mercado de las ideas y creencias aceptadas.

¿Es malo ser de «izquierda» y proponer un capitalismo asistencialista de rostro más «humanizado«?.

Para nada: Lo malo es pertenecer a la izquierda asimilada al capitalismo (el «progresismo» democrático capitalista), y simular una pertenencia a la  izquierda anticapitalista revolucionaria (enemiga excluyente del sistema capitalista).

Lo alienante (y más allá de las posibilidades de existencia que hoy tendría) es hablar de una «revolución de izquierda«, cuando claramente la izquierda (salvo excepciones minoritarias) se ha convertido en la más férrea defensora de la «democracia», la «paz»y  el «orden constitucional»,  los pilares esenciales de la «gobernabilidad» del sistema capitalista.

Lo alienante (y engañoso), es hablar con el discurso de izquierda, y ejecutar a rajatabla los programas operativos (económicos, políticos, militares y sociales) del Imperio capitalista como hace la «izquierda gubernamental» en América Latina y en el resto del mundo.

5) El «enemigo de paja»

¿Y para qué le sirve a Washington esta izquierda asimilada en América Latina?

Reorientemos la pregunta: ¿Porqué el Imperio capitalista estadounidense (no obstante la inserción probada de la izquierda dentro del «sistema«) sigue considerando a la izquierda como el «enemigo número uno» de su sistema de dominio en América Latina?.

Hay un precepto estratégico (de naturaleza maquiavélica) que sostiene que para evitar que surja un enemigo real que ponga en peligro el sistema de poder vigente, es preciso inventar un «enemigo de paja«, controlable e inofensivo, al que se presentará como si fuese el enemigo real, o la «principal amenaza« al sistema.

En el actual sistema de poder capitalista imperialista controlado por Washington, la estrategia con el «enemigo de paja» tiene como objetivo principal el de «desactivar» los conflictos sociales y las luchas populares (naturalmente violentos y «antisistema«) y encauzarlos por caminos «pacíficos» y meramente «reclamativos«, a través de su inserción en el «sistema democrático» controlado por Washington y el establishment económico en la región.

Ese es el rol concreto que cumplen los gobiernos «revolucionarios» integrados al capitalismo, cuya función principal es la de ajustar a las reglas «democráticas» los conflictos sociales que, de otra manera, romperían el orden vigente y pondrían en peligro los negocios (hoy en «paz«) de las transnacionales y bancos capitalistas en América Latina.

Con el axioma de la izquierda «políticamente correcta» el Imperio alienta  un enemigo falso, inofensivo y controlable, para que opaque y reste protagonismo al enemigo real que puede presentarse en cualquier momento.

Lavar a la izquierda de su cara anticapitalista y revolucionaria, desviar las luchas y conflictos sociales por caminos pacíficos y «reclamativos«, integrar los reclamos del dominado al «sistema democrático«, y evitar que grupos de resistencia revolucionaria (el enemigo real) amenacen y pongan en peligro al sistema, es la misión esencial del «enemigo de paja« del Imperio en América Latina.

Y ésa es la función principal que cumple la «izquierda democrática«, en guerra permanente contra la «derecha fascista«, dentro de los marcos legitimados de la gobernabilidad capitalista.

Fuente: IAR Noticias

(*) Manuel Freytas es periodista, investigador, analista de estructuras del poder, especialista en inteligencia y comunicación estratégica. Es uno de los autores más difundidos y referenciados en la Web.

Objetivo Irán: Que busca la operación con la quema de ejemplares del Corán

Un ataque a Irán, en un contexto de decadencia hegemónica de EEUU, parecería, a simple vista, como improbable, falto de consenso internacional, y sin la aprobación masiva de la opinión pública norteamericana. No obstante, está probado (así lo demostraron el 11-S, el 11-M, el 7-J) que la opinión pública, a favor de un ataque judeo-norteamericano a la nación islámica, puede ser fabricada en sólo horas por las grandes cadenas mediáticas internacionales. En este escenario hay que leer la nueva operación desatada con el anuncio de una quema de ejemplares del Corán por parte de una iglesia financiada por la CIA en el marco de un nuevo aniversario del 11-S.

Por Manuel Freytas (*)

La “histeria antimusulmana”

En plena escalada del conflicto nuclear con Irán, y en el contexto de nuevas y duras sanciones en la ONU, una reacción generalizada de histeria «antimusulmana» se desató en EEUU a partir del anuncio de quemas de ejemplares del Corán anunciado por una iglesia protestante integrante de una red financiada por la CIA.

Esta operación se anunció dentro de cuadro generalizado de rechazo al Islam activado por el anuncio de la construcción de una mezquita en la zona de los atentados del 11-S.

Dos terceras partes de los habitantes de Nueva York están en contra de la construcción de la mezquita junto a la Zona Cero, según un sondeo realizado por el New York Times. Uno de cada cinco encuestados confiesa sentir aversión hacia los musulmanes.

Una encuesta del centro de estudios Pew publicada el martes revela que la proporción de estadounidenses que tiene una visión favorable hacia el Islam ha caído de un 41% en 2005 a un 30%.

En tanto,  el número de aquellos que piensan que el Islam promueve la violencia más que otras religiones se mantiene estable en torno a uno de cada tres encuestados.

Los analistas consideran aún más alarmante el «irracional» aumento del número de estadounidenses que piensa que el presidente Barack Obama es musulmán.

Casi una quinta parte de los estadounidenses (18%) opina así, según una encuesta del centro Pew hecha con anterioridad al respaldo que el presidente USA dio al proyecto de mezquita en la zona cero.

En este contexto, y no por casualidad, Terry Jones,  pastor de la Iglesia cristiana Dove World Outreach Center, en Gainesville, Florida, anunció su plan de quemar ejemplares del Corán para conmemorar los atentados del 11 de septiembre, lo que terminó de desatar una histeria «antimusulmana» en EEUU.

El fanático religioso extremista declaró como «Día Internacional de la Quema del Corán» el sábado, cuando se cumple el aniversario de los ataques.

Asimismo la fecha coincide este año con Eid al Fitr, la fiesta que marca el fin del mes de ayuno del Ramadán, la mayor festividad musulmana.

La utilización del sector religioso extremista  para «demonizar» al mundo islámico se concretizó a través de la misión que empezaron a jugar las iglesias evangélicas integradas a una red controlada y financiada por la CIA cuyas operaciones encubiertas de preparación del terreno para un ataque a Irán, se empezaron a proyectar dentro y fuera de EEUU tras el 11-S.

Terry Jones, y la Iglesia evangélica Dove World Outreach, son miembros activos de esa red de operaciones encubiertas con la religión que reivindica la existencia del Estado de Israel y propugna la extinción del Islam.

En octubre de 2003, extremistas sionistas y evangélicos se reunieron en el hotel Rey David de Jerusalén en presencia del neocon Richard Perle –entonces presidente del Consejo para la Política de Defensa del Pentágono e influyente consejero de George Bush II– y de varios ministros del gobierno de Sharon para celebrar «el surgimiento de la Jerusalén celeste que tendrá lugar después de la destrucción del Islam«.

La corriente evangélica extremista, que dice contar con más de 70 millones de fieles en EEUU, y que dispone de de miles de «pastores-propagandistas» como Terry Jones, fue una columna vertebral en la generación del consenso para las invasiones a Irak y Afganistán cuyo desenlace se precipitó con los ataques del 11-S en EEUU.

El odio profesado al Islam, al igual que su desprecio por los árabes, convirtieron a este sector del extremismo religioso en instrumento clave de los planes del lobby sionista militar orientados a terminar con Irán y los gobiernos islámicos en el marco de un proyecto estratégico de «remodelación del Medio Oriente«, para someterlo a la hegemonía del eje EEUU-Israel-UE.

En este escenario, hay que leer el anuncio de quema de ejemplares del Islam que desató un nuevo proceso de histeria «antimusulmana» en momento de escalada del conflicto militar en Medio Oriente.

La “furia musulmana”

En febrero de 2006, también en una escalada del conflicto nuclear con Irán en la ONU, y cuando se comenzaba a hablar de un ataque de EEUU a ese país, una revista europea publicó doce caricaturas de Mahoma desatando un proceso mundial de «furia musulmana« con destrozos, muertos, heridos, e incendios de embajadas de países europeos en Asia, Europa, África y Medio Oriente.

Por primera vez, EEUU, Israel y la Unión Europea acusaron a Irán de estar detrás de esas gigantescas movilizaciones de «furia musulmana« contra el «mundo occidental«, culpando al gobierno de Teherán de organizar y financiar esas movilizaciones violentas que duraron casi una semana.

Dos sondeos posteriores indicaron que el temor a Irán se había disparado entre los estadounidenses que consideraban al gigante islámico como el «mayor peligro» para Estados Unidos. Mahoma reemplazaba a Al Qaeda.

Según uno de los sondeos del Centro de Investigación Pew, Irán se había convertido en la principal preocupación internacional de los estadounidenses, cuya mayoría estuvo a favor de una intervención armada para disuadirlo de sus ambiciones nucleares.

Según los resultados del sondeo Irán representaba “la amenaza número uno”, por delante de China, Irak y Corea del Norte.

Una mayoría aplastante de los participantes en la encuesta decía creer que Irán atacaría a Israel (72 por ciento) y a Estados Unidos o Europa (66 por ciento) si el país islámico llegara a desarrollar armamento nuclear. Además, el 82 por ciento aseguraba que, de completar con éxito el enriquecimiento de uranio, Irán facilitaría armamento a terroristas.

Los resultados del Centro Pew se sumaban a los de otro sondeo del diario Los Angeles Times, según el cual un 57 por ciento de los estadounidenses respaldarían en ese momento una intervención militar en Irán si el país desarrolla capacidad nuclear

A nivel de «testeo«, las caricaturas de Mahoma demostraron (a través de las mediciones) como una explosión de «furia islámica» con Irán acusado de responsable y organizador, puede detonar en horas consenso masivo para un ataque militar a ese país entre la sociedad estadounidense.

La utilización de la “amenaza islámica”

En este escenario, el plan de las «alertas terroristas» (como el que está funcionando en Gran Bretaña y la UE para ligar a Irán con el «terrorismo«), parecería insuficiente para generar un consenso masivo en EEUU, Europa y el mundo, para un ataque militar de EEUU a Irán.

En otras palabras, el «terrorismo islámico» tendría que salir de la amenaza potencial para convertirse en realidad, a través de la «furia islámica» complementada con ataques terroristas con muertos y heridos que justifiquen un ataque a Irán.

Antes de las acciones militares contra Irán los expertos USA parecen buscar reforzar la estrategia de «preparación de terreno» con otro componente: la «violencia islámica« que demuestre a qué grados puede llegar Irán en posesión de la bomba nuclear.

Las «alertas terroristas» con amenazas de «ataques inminentes« desataron otra ola de psicosis mundial con el «terrorismo» y nuevamente las comunidades islámicas de Gran Bretaña y Europa se vieron sometidas a cacerías y detenciones de sospechosos de integrar un «complot terrorista«.

Simultáneamente el eje EEUU-Israel-Unión Europea conectó las «alertas terroristas» y las «amenazas de ataque» acusando a la república islámica de estar detrás de las operaciones de Hezbolá en Líbano y de financiar la estructura mundial del «terrorismo«, al que siempre se le asocia la categoría «islámico«.

En sucesivos informes, desde 2006 hasta ahora, los servicios británicos y Scotland Yard elaboraron documentos según los cuales Al Qaeda y las organizaciones extremistas islámicas estaban en condiciones de producir «ataques terroristas nucleares» en cualquier ciudad europea.

Las alertas y amenazas continuaron así como las detenciones de supuestos integrantes de «redes islámicas» en perpetuo complot para producir «atentados terroristas» denunciados o «desactivados« en Londres o en Nueva York.

La nueva operación

La nueva operación, utilizando como instrumento el anuncio de quema de ejemplares del Corán, parece apuntar hacía dos objetivos claros: reactivar la «furia musulmana» en el mundo, y utilizarla como un efecto polarizante para generar consenso a potenciales operaciones militares contra Irán planificadas por el Pentágono y la plana mayor israelí.

En el mundo de la CIA y de los servicios aliados del «mundo occidental«, nada sucede por casualidad. El frente de «guerra contraterrorista» es parte indivisible de la estrategia para preparar las bases del consenso internacional a un ataque a Irán como parte del plan de «remodelación» de Medio Oriente que empezara con los halcones de la era Bush hijo.

Un ataque a Irán, en un contexto de decadencia hegemónica de EEUU, parecería, a simple vista, como improbable, falto de consenso internacional, y sin la aprobación masiva de la opinión pública norteamericana.

No obstante, está probado (así lo demostraron el 11-S, el 11-M, el 7-J) que la opinión pública, a favor de un ataque judeo-norteamericano a la nación islámica, puede ser fabricada en sólo horas por las grandes cadenas mediáticas internacionales.

Para un conjunto de expertos, la perspectiva del conflicto iraní combina dos escenarios fluctuantes y simultáneos: el «frente diplomático» y el «frente militar» que sobrevendrá inevitablemente si EEUU y las potencias aliadas no alcanzan una fórmula para presionar a Irán a abandonar su programa con las sanciones económicas en la ONU.

En este marco, los ejercicios militares de Irán, Siria e Israel, y la preparación de nuevas acciones contra Gaza y Libano,  son simultáneos a los movimientos y las «señales» militares en el Golfo -registradas por la prensa norteamericana- y son indicativos de que el eje Washington-Israel se apresta a dar un «desenlace militar» al dilatado conflicto con Irán, una pieza central en el plan del sionismo militar.

Las operaciones contra Hamás y Hezbolá, en Gaza y Líbano, son simultáneas y convergentes con el «frente diplomático» y el «frente antiterrorista» contra Irán y Siria, y van a tener un desenlace en el «frente militar« una vez que la imposición de bloqueos y sanciones fracasen en todas sus líneas como está previsto en el Consejo de Seguridad de la ONU.

A nivel de «testeo«, las caricaturas de Mahoma demostraron (a través de las mediciones) como una explosión de «furia islámica« con Irán como responsable y organizador, puede detonar en horas consenso masivo para un ataque militar a ese país entre la sociedad estadounidense.

Hasta ahora, el plan de las «alertas terroristas» (como el que está funcionando en Gran Bretaña para ligar a Irán con el «terrorismo«), parecería insuficiente para generar un consenso masivo para un ataque a Irán en EEUU, Europa y el resto del mundo.

No obstante, los expertos USA-israelíes saben que antes de las acciones militares contra  Irán  tienen que reforzar la estrategia de «preparación de terreno» con otro componente: la «violencia islámica« que demuestre a que grados puede llegar Irán en posesión de la bomba nuclear.

Este es el objetivo de base que busca la operación de provocación al mundo musulmán con la quema de ejemplares del Corán en el aniversario del 11-S.

Una nueva «furia musulmana» desatada en el mundo, galvanizaría (y reactualizaría) el apoyo a un ataque a Irán y a nuevas operaciones militares contra Gaza y Líbano, en EEUU y Europa.

En este escenario, hay que leer la operación lanzada con la quema del Corán.

Fuente: IAR Noticias

(*) Manuel Freytas es periodista, investigador, analista de estructuras del poder, especialista en inteligencia y comunicación estratégica. Es uno de los autores más difundidos y referenciados en la Web.

En torno a los supuestos topos de la CIA en el gobierno afgano

La noticia sobre los supuestos topos de la CIA en el gobierno de Afganistán desapareció de los medios de información en un abrir y cerrar de ojos.

Por Dmitri Kosirev – RIA Novosti

Y eso, a pesar de (o debido a) que se trata de algo que podría provocar un escándalo a escala mundial y una profunda investigación dentro de la Administración estadounidense.

En cualquier caso, Washington tiene ahora muchos otros dolores de cabeza, aparte del de Afganistán. El pasado fin de semana, los conservadores estadounidenses organizaban en el centro de Washington una manifestación sin precedentes contra el presidente Barack Obama. Obama que, al mismo tiempo, estaba preparando un discurso sobre los fundamentos de la política externa de los EEUU al respecto de la retirada de las tropas de Irak. Sólo estos dos eventos ya son suficientes para eclipsar a los agentes de la CIA infiltrados.

La chispa se encendió la semana pasada, cuando el periódico New York Times acusó, o más bien, informó que el Jefe del Consejo Nacional de Seguridad, Mohammed Zia Salehi, es un colaborador de la CIA y percibe dinero de esta organización. Al rotativo neoyorquino le siguieron otros medios estadounidenses en sus acusaciones a otros políticos del gobierno afgano por el mismo motivo.

Durante el pasado fin de semana, desde Afganistán llegó un comunicado oficial del servicio de prensa del Presidente, Hamid Karzai, afirmando que ningún miembro del gobierno de Afganistán está en la nómina de la CIA. Además, que «el gobierno afgano contempla esta propaganda infundada como perniciosa para la alianza antiterrorista» y «condena concluyentemente las acusaciones indiscriminadas, que difaman a los miembros del gobierno de Afganistán«. El comunicado fue apoyado por algunas personas allegadas al Presidente.

Esta historia puede ser analizada desde varias perspectivas. Elegimos dos: la afgana y la global, por ser las más ilustrativas.

El mes pasado, Mohammed Zia Salehi fue detenido por la comisión anticorrupción angloamericana. Pero gracias a la mediación del presidente Karzai, fue puesto en libertad. Posteriormente, le acusaron de ser agente de la CIA.

Por una parte, este hecho no es tan extraño y no debería ser motivo de escándalo. Las tropas de los EEUU y de sus aliados están en Afganistán desde hace ya mucho tiempo, desde el invierno de 2001-2002. El gobierno de Hamid Karzai fue formado por los EEUU y es un gobierno de ocupación. Así lo ve todo el mundo, así lo ven los afganos. Sería muy raro que la administración afgana estuviese totalmente libre de la influencia de los servicios de inteligencia estadounidenses y de sus agentes. Pero como la campaña contra el extremismo y el terrorismo goza del apoyo de muchos países, incluida Rusia, a nadie se le ocurre protestar.

Precisamente estos fueron los argumentos que esgrimieron en los medios de comunicación los analistas en relación con las primeras acusaciones contra Salehi. Corroboraron que la CIA lleva en el país varias décadas y tiene muchos agentes en la administración afgana. Pero sus voces no tardaron en apagarse.

Y es que el gobierno afgano no desea ser visto como un gobierno de ocupación y se esfuerza mucho por distanciarse de esta imagen y comenzar desde cero, aunque sea con la misma gente. Esta es la razón de la indignación, provocada por el servicio de prensa. El modesto, pero muy poderoso jefe del Gabinete de la Presidencia, Mohammed Umar Daudzai, subrayó en una de sus entrevistas que «es muy importante que los afganos tengan conciencia de que Afganistán es un estado independiente, guiado por la voluntad política de Hamid Karzai«. A propósito, Karzai, a pesar de la presencia militar estadounidense, lleva más de un año estableciendo relaciones con otros países, incluida China.

Sin embargo, hay en todo esto un pequeño matiz, importante, y no sólo para Afganistán, sino para todo el mundo: ¿Por qué al gobierno de Afganistán le molesta tanto que algunos de sus funcionarios sean agentes del servicio de inteligencia de un país amigo? Porque esto rebaja su autoridad ante los ojos de sus conciudadanos. A principios de los años 90 se teorizó mucho sobre los nuevos matices de la palabra «soberanía«, globalización, y exportación del modo de legislar de un Estado (refiriéndose a los EEUU, claro está, o, en último término, a los países de la UE) a otros Estados. Y en esta tesitura, no debería haber ningún problema en que algún ministro del gobierno afgano es o pudiera ser agente de la CIA.

En la Rusia de los años 90 los políticos con doble nacionalidad estaban mal vistos. A comienzos del siglo XXI surgió la moda de que las esposas de los líderes de ciertos países, tales como Ucrania y Georgia, por citar algunos, fueran extranjeras. Otro caso interesante es el de la ministra de economía de Georgia, Verónica Kobalia, de 28 años de edad, fotografiada en el escenario de un club nocturno. No hacía nada malo allí, pero seguramente sería interesante investigar de qué modo esta ciudadana canadiense de origen georgiano ha llegado a ser ministra.

Y es que no todo lo nuevo es bueno. A veces hay que respetar los conceptos tradicionales de poder, ciudadanía e intereses nacionales.

Fuente: IAR Noticias

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