Estallido en Londres: Ensayo de «terrorismo social» para criminalizar las protestas masivas
(IAR Noticias) 14-Agosto-2011
¿A quién le sirve una turba de violencia callejera anárquica? Una pregunta básica que seguramente se formularon los expertos y estrategas de «guerra psicológica» que diseñaron y aplicaron en Londres las nuevas tácticas orientadas a direccionar y conducir protestas y estallidos sociales urbanos, con objetivos establecidos por el poder dominante. Se utilizan las mismas técnicas de aprovechamiento político del «terrorismo islámico», exportadas y proyectadas mediáticamente en el plano interno (a nivel psicológico) como «terrorismo social». Una estrategia dirigida a dividir la protesta social (entre «pacifistas» y «violentos») y a preparar las bases operativas de la «democracia blindada» para contener y reprimir los estallidos sociales (legítimos) de hambrientos, marginales y desocupados que se avecinan como desenlace de la crisis del sistema capitalista con epicentro en Europa y EEUU.
Por Manuel Freytas (*)
manuefreytas@iarnoticias.com
Se utiliza la vieja y probada fórmula táctica de «crear un problema, y luego aportar una solución«. En Londres, por ejemplo, el problema son los «vándalos, depredadores y violentos» que protagonizaron cuatro días de disturbios con incendios y robos a los comercios y empresas barriales.
La solución (aportada por el poder), consistió en el despliegue de más fuerzas policiales destinadas a la represión, y una propuesta del gobierno británico para incluir a las fuerzas armadas en los dispositivos del control interno dentro de un nuevo marco de legislación más dura para prevenir y combatir las protestas sociales «violentas«.
Desde el punto de vista del impacto (y uso) mediático y social, los incidentes de Londres sirvieron para «demonizar» (como delincuentes violentos) a los sectores más marginales de la periferia, y la a vez permitieron «victimizar» a las fuerzas que participaron de la represión que causó 4 muertos y centenares de heridos.
De la misma manera como el «terrorismo islámico» tras el 11-S fue utilizado como justificativo para invadir países (Irak y Afganistán) y para un redimensionamiento y reequipamiento de las fuerzas armadas, de inteligencia y seguridad de EEUU y Europa, el ensayo de «estallido social» en Londres, traza un módulo experimental para el reforzamiento de los aparatos de represión y control de los sectores más marginados.
La trama del estallido en Londres
A diferencia de los «indignados» (estudiantes y clase media) de España, los estallidos de Londres fueron inicialmente detonados y protagonizados por jóvenes marginales de los barrios más carenciados, con altos índices de desocupación y pobreza, tras la muerte de un joven negro por la policía. Un incidente (manipulado por la policía) que sirvió de clara provocación para incitar la reacción de los jóvenes.
¿Quienes fueron las victimas y perjudicados?
Pequeños y medianos comercios y empresas de clase media (las grandes corporaciones y bancos fueron preservados). Llamativamente, la city londinese y sus grandes estructuras comerciales y turísticas no fueron impactadas por los saqueos y disturbios con incendios. El «daño» (anárquico) de los disturbios fue orientado a perjudicar a una capa amplia de la clase media, cuya opinión fue utilizada masivamente por los medios británicos para «demonizar» y calificar de «criminal» la protesta en consonancia con el gobierno. La pauta lo da un «experto» citado por The Guardian. «El objeto de deseo cuya ausencia es más violentamente resentida son variados, y su número y la tentación por tenerlos crece cada día. Y así crece la ira, la humillación, el desprecio y el rencor que suscita no tenerlos. Saquear tiendas y prenderles fuego, deriva de ese impulso«, señaló el «especialista» en un justificativo psicologista del «acto criminal«.
¿Quienes fueron los victimarios?
El núcleo detonante de los robos y disturbios fueron marginales veinteañeros, pero luego se prendieron desocupados de clase media y estudiantes. O sea que legítimamente hubo causas de marginalidad y desempleo. Pero las protestas no tuvieron consignas políticas (estallido de «violencia pura«). Lo que dio argumentos al gobierno y la policía para calificar a los manifestantes como «criminales y ladrones«, consiguiendo adhesión social masiva para la represión. El experto de The Guardian, el profesor Pitts (en una clara muestra de «criminalización» de los incidentes), señaló que los barrios donde se han registrado los peores disturbios, como Tottenham y Hackney en el norte o Brixton en el sur, coinciden con los lugares donde la policía ha detectado la presencia de pandilleros.
¿Quienes fueron los beneficiarios?
El poder (sistema y gobierno) y las fuerzas de seguridad que (mediante el tratamiento criminal del conflicto y sus protagonistas) se «victimizaron» frente a la sociedad británica, consiguiendo consenso y apoyo para fortalecer el aparato represivo y conseguir leyes para «criminalizar» las protestas argumentando combatir la «violencia y la criminalidad«. Utilizando necesidades, instintos y reacciones sociales legitimas, como el desempleo y la frustración social, los servicios y unidades de «guerra psicológica» británicos, utilizando las redes de Internet y la telefonía móvil, manipularon y direccionaron la protesta social hacia la anarquía delincuencial y sin ningún objetivo de reivindicación social.
La estrategia con el «terrorismo social»
De esta manera, en Londres, y así como existen los atentados de «falsa bandera» (contenidos en el «terrorismo internacional» manipulado por la CIA y la inteligencia occidental) ahora, y con epicentro inicial en las llamadas «revoluciones árabes«, nacieron las protestas y estallidos sociales de «falsa bandera» experimentados y luego exportados desde Medio Oriente y África a las grandes metrópolis centrales europeas.
Probada y estadísticamente, el sistema imperial dominante utiliza el «terrorismo islámico» para disciplinar el «nuevo orden» global y conseguir justificación y consenso internacional para las invasiones militares por conquista de mercados y de recursos estratégicos como el petróleo, la energía, el agua y la biodiversidad cuyas reservas se agotan en el planeta.
También probada y estadísticamente (así quedó demostrado en Londres), el sistema ya utiliza los «estallidos sociales» o protestas violentas (organizados y manipulados por las redes de Internet y la comunicación por telefonía celular) con dos objetivos bien precisos:
A) Desestabilizar gobiernos o regímenes, como primer paso para justificar una intervención militar o cambio de régimen. Como primer caso puedee citarse como ejemplos más emblemáticos las «revueltas populares» de Egipto, y Túnez. Y como segundo, Libia y Siria (y potencialmente Irán) donde las «protestas populares» van derivando en una «rebelión armada» contra el régimen, y posteriormente en una intervención militar (invasión) internacional contra el país. El objetivo es un cambio de régimen y el apoderamiento del mercado y los recursos estratégicos del país.
B) Utilización de los «estallidos» violentos o protestas sociales dentro de las propias potencias centrales para generar consenso social y justificación para reforzar los aparatos represivos internos (policiales y militares) e impulsar nuevas legislaciones de mayor control y criminalización de las protestas sociales.
En este escenario, y siguiendo los objetivos del poder capitalista del cual forma parte, el aparato mediático oficial, británico e internacional, coincidió en calificar los incidentes sociales en Londres como «anárquicos, delincuenciales y carentes de objetivos de reivindicación social«.
En primer lugar, el objetivo (claro y emergente) apunta a separar las «protestas violentas» (la «violencia anárquica y delincuencial«) de las «protestas civilizadas» (las movilizaciones con «reivindicación social«), con la finalidad de dividir a la clase media de las clases bajas y marginales más vulnerables y afectadas por el desempleo, los ajustes y la suba de los alimentos. O sea, dividir (con carácter clasista) la protesta social para su mejor represión y control.
En segundo lugar, en Londres se puso en marcha una estrategia dirigida a dividir la protesta social (entre «pacifistas» y «violentos«) separando a los sectores medios de los estallidos sociales protagonizados por hambrientos, marginales y desocupados que ponen al sistema en riesgo de «ingobernabilidad«.
En tercer lugar, preparar la batería doctrinaria y operativa de una «democracia blindada» (sustentadas en la clase media y alta incluidas) para prevenir y reprimir los levantamientos sociales masivos que se aproximan como desenlace de la crisis global del sistema capitalista.
Fuente: IAR Noticias
(*) Manuel Freytas es periodista, investigador, analista de estructuras del poder, especialista en inteligencia y comunicación estratégica. Es uno de los autores más difundidos y referenciados en la Web.
Más artículos:
- ‘Estallido en Londres: Ensayo de «terrorismo social» para criminalizar las protestas masivas’, en Libertaliadehatali’s Blog.
- Hacia la criminalización del ciudadano ordinario.
- ‘Reino Unido podría cortar redes Ssociales durante disturbios’, en el blog del Movimiento Anti NWO.
- ‘Disturbios en el Reino Unido: El gobierno prepara las tropas para la Ley Marcial’, en el blog Chemtrail Sevilla.
- ‘Inglaterra al borde del caos, la antesala del Nuevo Orden Mundial’, en el blog DESPERTARES.
- ‘Presidente ruso revela «moneda mundial» en Cumbre del G8’, en el blog Atrevete a Pensarr.
- ‘El Premio Nobel apeló a una invasión alienígena en EEUU para solucionar la crisis y reactivar la economía’, en el Blog de Tony.
- ‘El despertar de un futbolista: Javi Poves’, en el Blog de Mino.
- ‘¿Quién está detrás de la banca? y ¿Quién custodia el mundo?’, en Explayándose’s Blog.
- Francia y Alemania proponen ‘un gobierno europeo’, en la Comunidad 1984.
Netanyahu considera que Irán es la mayor amenaza mundial
El primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, ha declarado este jueves que ahora que el líder de Al Qaeda, Osama Bin Laden, está muerto, la mayor amenaza del mundo es el líder supremo iraní, el ayatolá Ali Jamenei.
IAR Noticias /
Europa Press
En palabras de Netanyahu, el ayatolá lidera un país alimentado por el «fanatismo«, lo que lo hace especialmente peligroso si obtiene armas nucleares. «Si el régimen iraní consigue bombas atómicas, cambiará la historia«, ha dicho el primer ministro israelí, quien ha advertido de que «el futuro del mundo, el futuro de Oriente Próximo, está en juego«.
Asimismo, ha pedido a la comunidad internacional que en las sanciones que aprueba contra Irán se incluya también una «opción militar creíble» si los castigos económicos «no funcionan«.
Netanyahu ha afirmado, en una entrevista a la cadena estadounidense CNN, que la muerte de Bin Laden ha debilitado a los extremistas, ya que «cuando el terrorista número uno es llevado ante la justicia y eliminado, se dice a los terroristas de todo el mundo que todo tiene un precio y que lo pagarán«.
En relación a la polémica surgida en torno a las fotografías del cadáver del líder de Al Qaeda que finalmente no se van a publicar, Netanyahu ha apuntado que este debate no tiene importancia. «No creo que nadie cuestione realmente que Osama Bin Laden ha sido asesinado«.
Primavera árabe
El primer ministro de Israel se ha mostrado cauto en relación a los beneficios que pueden acarrear para el mundo árabe las revoluciones antigubernamentales, ya que ha alertado de que los extremistas pueden aprovechar las revueltas como sucedió en 1917 en Rusia y en 1979 en Irán.
«Algo muy grande está ocurriendo, una convulsión. Nos gustaría ver el triunfo de la democracia, porque es algo que garantizará la paz«, ha destacado Netanyahu.
No ha querido entrar a valorar, sin embargo, si el presidente sirio, Bashar al Assad, debe dimitir por el trato dado por las fuerzas de seguridad a los manifestantes opositores. Se ha limitado a pedir el cese inmediato de la «masacre de civiles«.
Fuente: IAR Noticias
Artículos relacionados:
- Netanyahu insta a mantener la presión sobre Irán para que renuncie a su programa nuclear.
- ‘Ex Subsecretario de Estado: Bin Laden murió en 2001 y el 11/9 fue de falsa bandera’, en el blog Chemtrail Sevilla.
- ‘La fabulosa e increíble operación psicológica de la muerte de Bin Laden’, en la Comunidad 1984.
El «golpe encubierto»: Una operación a dos puntas ¿Con CIA o sin CIA?
El presidente de Ecuador, Rafael Correa, se metió solo en la boca del lobo (en la manifestación de policías sublevados), y a partir de allí, en medio de la tensión local e internacional, comenzó a desarrollarse una jornada que combinó maniobras políticas para convertir el incidente en un «golpe encubierto«, con una posterior operación comando de fuerzas especiales que terminó con el presidente reinstalado en el palacio presidencial. El saldo: Correa, repotenciado, en el mismo momento de ser liberado, comenzó una campaña de aprovechamiento político mediante la victimización extrema y la promesa de castigo para los «golpistas«. Y la pregunta de fondo ¿Cómo jugó EEUU en el golpe?
Por Manuel Freytas (*)
Los expertos coinciden en Ecuador: No hubo un plan de secuestro del presidente, sino un plan improvisado de convertir la detención del presidente en el hospital en una especie de secuestro no explicito orientado a generar las condiciones para una operación golpista encubierta.
«Golpe encubierto«, y un claro intento del gobierno de aprovechar la situación a favor de Correa fue la sensación y el rumor que empezó a circular entre los especialistas que seguían los acontecimientos desde Ecuador.
Todo había empezado cuando Correa, en un claro intento de sumar marketing político, fue a arengar a los efectivos rebelados para que depusiesen su actitud y aceptaran la medida de recorte salarial que se les había impuesto.
El presidente fue recibido con piedrazos y con gases, y terminó haciendo un discurso que mezclaba lo trágico con la parodia y un llamado a que lo mataran si tenían valor. ¡Mátenme si quieren!, llegó a decir en estado de histeria.
Lo demás, es un proceso conocido y documentado por las cámaras.
Ecuador entró en caos. Saqueos, confusión, enfrentamientos de partidarios del gobierno con la policía, rumores de más levantamientos, operaciones militares en el Parlamento y en el Aeropuerto, técnicamente, un clima golpista de tensión en ascenso con el presidente secuestrado en el hospital policial.
No hubo pronunciamientos, nadie reivindicó el secuestro del presidente, nadie se adjudicó una operación golpista, pero la procesión iba por dentro, las operaciones de aprovechamiento venían cruzadas, y los políticos y la inteligencia decidieron hacer lo suyo.
Hasta aquí, Correa había cometido un error, estaba encerrado, y entonces comenzaron a funcionar las usinas operativas con la Embajada de EEUU y los políticos, de uno y otro sector, quienes especulaban para posicionarse, y trataban de enterarse si la movida venía con luz verde del Departamento de Estado o del Pentágono.
La CNN acudió al hombre «indicado«, el encargado del aérea de América Latina del Departamento de Estado, Arturo Valenzuela, quien condenó todo intento golpista en Ecuador, pero dejó en claro que Washington todavía no veía las condiciones de un levantamiento contra el poder constitucional.
En el plano internacional, y haciendo suya la denuncia de golpe de Estado de Correa, la Unión Europea, la OEA, presidentes del mundo y la totalidad de los mandatarios latinoamericanos condenaron preventivamente el intento de desestabilización del proceso constitucional ecuatoriano.
Y para completar la UNASUR y el ALBA llamaron a una defensa cerrada del presidente de Ecuador para evitar la repetición de una Honduras en América del Sur.
El «golpe encubierto»
Y las preguntas se multiplicaban. ¿Estaba EEUU detrás del golpe? ¿La Casa Blanca con Correa, y el Pentágono con los golpistas? ¿Washington unido para terminar con el presidente izquierdista?
La aparición, con un claro apoyo a los policías sublevados, del ex presidente Lucio Gutiérrez, alentó las versiones de una mano negra del Pentágono y de los sectores conservadores en la operación que se estaba cocinando con el correr de las horas y la detención de Correa.
De cualquier manera, habían dos operaciones cruzadas: Por un lado el gobierno tratando de sacar crédito político de la confusa detención de Correa en el hospital militar, y por otro las acciones políticas subterráneas para convertir el episodio en una serie de acontecimientos que pudiesen derivar en el debilitamiento o la destitución de Correa.
A eso de las cinco de la tarde en Ecuador comenzó, entre los que manejan información clasificada, a correr la versión de una plan de «golpe encubierto« que venía montado en la confusa situación de secuestro no reconocido por los captores, que padecía el presidente Correa.
Según la especie, sectores de la oposición, con Lucio Gutiérrez como pivote, alentaban el plan de mantener secuestrado a Correa, sin ningún pronunciamiento, dejando que transcurriesen las horas y que el presidente y el gobierno comenzaran a sufrir un desgaste mientras Ecuador ingresaba a un «vacío de poder«.
La idea, según la versión, era precipitar negociaciones de emergencia para reducirle el poder a Correa, cerrando el Parlamento y llamando a elecciones anticipadas, que incluían desde la permanencia del presidente debilitado en su puesto, hasta su derrocamiento por vías institucionales.
Los conspiradores supuestamente jugaban una carta: que ni el Ejército ni la policía leal iban a reprimir a los amotinados ni a intentar operaciones para rescatarlo. Lo que indicaría, según la versión, de que el Pentágono y la estación local de la CIA estaban en la maniobra.
Las palabras del jefe del Ejército ecuatoriano adelantando que el conflicto debería «resolverse entre ecuatorianos» y sin hechos de violencia reafirmaron a quienes hablaban del plan golpista encubierto y sin represión.
A eso de las 22 horas del jueves en Ecuador, se respiraba la sensación de que Correa se había metido solo en una ratonera y que su secuestro, no reivindicado por nadie, iba para largo, mientras se daban las condiciones para la operación política con su destitución.
Pero algo no le cerraba a los especialistas.
Nada indicaba que Correa hubiese sido aislado en un área protegida militarmente por los sublevados, sino que se mantenía en una habitación rodeado por sus custodias, y la única línea demarcatoria de su secuestro era el cerco que habían establecido los sublevados afuera y adentro del hospital.
Esto, según los expertos, pone en evidencia que no hubo una acción militar planificada desde arriba, sino una improvisación sobre la marcha. Lo que empezaba a poner en duda la participación de la CIA en la operación.
Otro punto que no estaba claro era el ingreso de las fuerzas especiales leales al hospital.
¿Una operación de engaño? ¿Fuerzas leales haciéndose pasar por golpistas, y luego actuando para salvar a Correa? Este punto permanece en la nebulosa.
Y plantea en sí misma una conclusión inevitable. Si el Pentágono y la CIA (controladores del aparato militar, de inteligencia y de seguridad de Ecuador) estuvieran en el «golpe encubierto» contra Correa, esas fuerzas especiales no hubieran actuado para rescatar a Correa.
Y para los especialistas, queda claro que esta vez el Pentágono, o un sector importante del mismo, no jugó con los conspiradores, sino para restaurar la permanencia del gobierno de Correa.
Y también queda claro que si la CIA hubiese intervenido en la operación del secuestro presidencial, habría tomado todas los resguardos de aislamiento y protección del prisionero.
En conclusión, según los especialistas, solo quedan dos alternativas:
A) Que los golpistas solamente hayan actuado y desarrollado el plan con elementos sublevados policíacos locales sin ninguna experiencia en operaciones especiales.
B) Que el Pentágono y la CIA se hayan plegado al golpe y luego dieran marcha atrás, o que directamente hubieran hecho una operación de engaño para rescatar a Correa casi sin resistencia.
Como sintetizó gráficamente un comentarista: «Si la CIA y el Pentágono hubieran estado detrás, Correa no sale vivo«.
En resumen, un error marketinero de Correa, una operación de aprovechamiento a dos puntas, con un plan de «golpe encubierto» detrás. Una prolija operación de rescate militar del presidente. Y Correa, fortificado y exultante, perpetuándose en el sillón del poder con un discurso ganador en el balcón presidencial.
Y nada de eso hubiera ocurrido si la CIA y el Pentágono hubieran estado firmes detrás del golpe para derrocarlo.
Correa salió al balcón, porque el Departamento de Estado, el Pentágono y la CIA así lo quisieron.
Los expertos saben que hay suficiente experiencia estadística en América Latina para pensar lo contrario.
Fuente: IAR Noticias
(*) Manuel Freytas es periodista, investigador, analista de estructuras del poder, especialista en inteligencia y comunicación estratégica. Es uno de los autores más difundidos y referenciados en la Web.
El medio es el mensaje: Cómo manipulan la realidad las grandes cadenas televisivas
IAR Noticias, 29 de Diciembre de 2007 – Así como el medio es el mensaje (según la teoría de Mac Luhan) la TV es la masividad del mensaje globalizado a nivel planetario, y lo que no está en las pantallas de las grandes cadenas televisivas simplemente no existe.
Por Manuel Freytas (*)
«Tensa espera y horas cruciales para la noticia que conmueve al mundo«, decía el miércoles (antes del asesinato de Bhutto en Pakistán) el sobreimpreso titilando en la pantalla de la CNN.
Y dentro de un razonamiento lógico y escalonado un televidente se preguntaría ¿Estará por estallar la guerra EEUU–Irán? ¿Habrá invadido Turquía el norte de Irak? ¿Se habrá disparado el petróleo a mas de 100 dólares el barril? ¿Habrá estallado la recesión mundial? ¿Se estará por revelar que el crecimiento desmesurado de las ganancias y de las fortunas capitalistas ya ha dejado a miles de millones de personas en estado de pobreza o indigencia en todo el planeta? ¿Se estará por revelar que el desarrollo irracional de la industria capitalista privada ya ha destruido la mayoría de la fauna, la flora, los ríos y los mares de la tierra?
Nada de eso: el sobreimpreso y la cobertura «en vivo« de la CNN se refería a las «horas cruciales» que transcurrirían hasta que fuesen liberados tres rehenes de las FARC en Colombia.
Marshall Mac Luhan decía que «el medio es el mensaje«, y el mensaje manipulado e impuesto masivamente por la CNN, la principal cadena mediática de habla hispana, era que la liberación de los rehenes de la FARC revestía una importancia «crucial» para el mundo.
Nadie sabe ni podría explicar racionalmente (incluidos los comentaristas y presentadores de la CNN) porqué la liberación de tres rehenes se puede convertir en objeto prioritario de «interés mundial«, pero ése es el mensaje (el «producto final«) que queda grabado en el cerebro desprevenido de los televidentes masivos.
¿En qué cambia la realidad política y social de América Latina la liberación de los tres rehenes por parte de las FARC? ¿Acaso modifica en algo la situación de Colombia? ¿Acaso modifica en algo la situación de la región? ¿Cuál es el valor estratégico de la noticia sobre la liberación de tres rehenes que la convierte en objeto «crucial» para el mundo?
Si se le preguntara a cualquier analista o periodista del sistema sobre cuál es la importancia estratégica que reviste para América Latina la liberación de tres rehenes de la FARC, seguramente se quedaría sin respuesta.
El «medio es el mensaje«, y las cadenas televisivas son el primer eslabón (la usina generadora) de lo que luego la prensa internacional y los medios locales convierten en «noticia mundial«: Lo que no ingresa en este circuito, simplemente no existe.
Y además de ser el «mensaje«, la CNN, junto con las otras cadenas internacionales (que hegemonizan la comunicación masiva a nivel planetario) determinan lo que es «importante» (valoración de las noticias) y lo que es «secundario», además de decidir qué ingresa o no (selección de las noticias) en el flujo informativo diario.
A lo que es «importante» se le destaca cobertura especial (generalmente «en vivo«) con gran despliegue de títulos, sonidos, imágenes y corresponsales, mientras que a lo «secundario» sólo se le destina un pequeño espacio sin relevancia en el «paquete informativo«.
A fines de 2007, en un escenario mundial en el que se combinan interactivamente los fantasmas de una recesión mundial en puerta, una escalada simultánea de los precios del petróleo y de los alimentos que ya comienza a perfilarse a escala global, conflictos militares en desarrollo o a punto de un desenlace en Medio Oriente, Asia y África, y conflictos geopolíticos y económicos por áreas de influencia entre las potencias, las cadenas informativas y la prensa internacional (agencias, diarios y radios) han decretado que lo que «interesa al mundo« es la liberación de los tres rehenes de las FARC en Colombia.
Este statu quo «informativo» con el «canje humanitario» apenas fue quebrado por la «conmoción internacional» causada el jueves por el asesinato de Benzir Bhutto en Pakistán, pero continuaba este viernes con el apresto para recibir a los rehenes liberados.
Mientras a las matanzas diarias en Irak, Afganistán, África y Medio Oriente, o a los bombardeos turcos en el norte de Irak se les asigna un lugar «secundario» (pequeños espacios sin relevancia en las portadas en los titulares) las grandes cadenas han decidido que la «preocupación del mundo» (lo «importante«) pasa estos últimos días del año por la liberación de los rehenes de las FARC en Colombia.
Los mismos consorcios mediáticos (locales e internacionales) que a diario manipulan y falsifican información sobre la situación de América Latina, o que a diario deforman la comprensión del proceso de concentración de riqueza en pocas manos y esconden la relación depredación capitalista = pobreza y exclusión social de más de 200 millones de latinoamericanos, de pronto descubren (y resaltan a través de títulos y de coberturas en «vivo«) el carácter «humanitario trascendental» de la liberación de los tres rehenes de las FARC.
En el universo de las grandes cadenas informativas (moldeado a fuego en el cerebro de los televidentes) no imperan la lógica y el razonamiento sino los títulos y las imágenes elegidas por los que determinan lo que «es noticia» y lo que «no es noticia».
Esta ecuación define, a su vez, el poder hegemónico (sobre el cerebro de las mayorías) que detentan quienes manejan los niveles de decisión a la hora de valorar lo que es «importante» o lo que es «secundario» en el proceso informativo mundial.
Por medio del proceso de «valoración» y «selección» de las noticias las grandes cadenas mediáticas hacen que los hechos y los procesos «existan o no existan» (según le convenga a los intereses de establishment de poder económico que alimenta sus estructuras comerciales).
Así como las técnicas de manipulación mediática sirven para imponer y nivelar un «pensamiento único» (afín a los intereses del dominador) también sirven para esconder la realidad, crear cortinas de humo, y fabricar «atención social«,o «indiferencia«, ante los distintos acontecimientos locales o internacionales que se van sucediendo.
Las grandes cadenas, cuando quieren imponer un «eje de información» o de «noticia» lo imponen. Y lo imponen mediante una metodología: con repetición secuencial y con coberturas en vivo.
Si las grandes cadenas televisivas trasnacionales trasmiten una cobertura en vivo, imponen planetariamente la información a las cadenas y medios locales que la retrasmiten y potencian a las sociedades ubicadas en su área de influencia.
Así como el medio es el mensaje (según la teoría de Mac Luhan) la TV es la masividad del mensaje globalizado a nivel planetario, y lo que no está en las pantallas simplemente no existe.
En consecuencia, el «consumidor» de TV (el alienado programado) también se rige por un axioma elemental: si no está en la pantalla no existe.
Y como ni Irán, ni los precios del petróleo (el eje del desenlace estratégico de la crisis global que se avecina) ni las matanzas imperialistas en África, Asia y Medio Oriente, ni las estadísticas de pobreza y marginación mundial aparecen destacados (en coberturas «en vivo«) por las pantallas o los titulares de las grandes cadenas informativas este fin de año, para el televidente nivel promedio estadístico simplemente esos procesos no existen.
Y se convierte en realidad la lógica de Mac Luhan: El medio es el mensaje.
Y el mensaje es el Imperio capitalista, así de sencillo.
Fuente: IAR Noticias
(*) Manuel Freytas es periodista, investigador y analista, especialista en inteligencia y comunicación estratégica. Es uno de los autores más difundidos y referenciados en la Web.
El «mundo único»: La falsa guerra de la «izquierda» contra la «derecha»
Cambian los escenarios, cambian los contenidos ideológicos, cambian los objetivos estratégicos, cambian las metodologías de lucha, pero la dinámica de los procesos y los actores son los mismos. La «izquierda» y la «derecha» ya no están en guerra permanente por la resolución de un orden internacional de bloques enfrentados como «sistemas» diferenciados (como en la guerra fría URSS-bloque occidental), sino que disputan por el control de los gobiernos del sistema capitalista vigente como «mundo único«.
En términos doctrinarios y estratégicos, la «nueva izquierda» ya no lucha contra la «derecha» para sustituir al Estado capitalista, sino que lucha para «socializar» el sistema capitalista desde adentro sin tocar sus estructuras históricas de dominio y de poder.
Por Manuel Freytas (*)
1) La vieja guerra
Ya no se trata de una guerra excluyente por la eliminación del contrario (izquierda comunista vs. derecha capitalista), sino de una competencia política para imponer proyectos alternativos dentro del mismo sistema.
Ni la izquierda es «revolucionaria» ni la derecha es «contrarrevolucionaria«: Ambas son la expresión del mismo sistema capitalista sólo diferenciadas por el discurso.
Ya no se utiliza la calificación de «izquierda» entendida en los parámetros de la Guerra Fría entre el sistema capitalista y el sistema comunista, sino en los términos de «reformar» el sistema controlado por la «derecha«.
De la misma manera se utilizan y califican las posiciones de izquierda (como expresión de «progresismo y democracia«) contra la derecha (como expresión de «retrógrado y fascista«), en los términos de la inserción de ambas como alternativas dentro del mismo sistema.
En el marco internacional, se trata de un reposicionamiento de la «Guerra Fría«, no ya entre dos sistemas opuestos (el capitalista y el comunista) sino entre potencias capitalistas que se disputan la hegemonía del poder mundial.
La antigua «Guerra Fría» de la URSS con EEUU (y el bloque aliado de naciones capitalistas) era principalmente por áreas de influencia militar y política: el sistema comunista vs. el sistema capitalista occidental.
Se trataba de una «guerra entre sistemas«, económicos, políticos y militares, diferenciados que se disputaban el planeta dividido en áreas de influencia.
Como consecuencia irradiadora, en el mundo y en los cinco continentes confrontaban «dos sistemas«: la «revolución socialista» por vías del poder armado, o del poder político (exportada por la URSS), y la «civilización capitalista de libre mercado»(exportada por EEUU y sus aliados).
El marco operativo y estratégico se definía por el objetivo buscado: La izquierda quería eliminar de raíz al sistema capitalista (o sea a la «derecha«) de la propiedad privada y sustituirlo por otro sistema de reparto social igualitario y sin explotación del hombre por el hombre. Y la «derecha» quería lo contrario: destruir a la izquierda para preservar al sistema capitalista.
Esta guerra de «sistemas«, de la «derecha«, -el sistema- contra la «izquierda«, -el antisistema- donde se enfrentaban los que querían el «hombre nuevo» de la revolución y los que defendían el statu quo del «hombre viejo» del sistema capitalista, experimentó un cambio cualitativo, un salto transformacional histórico, cuando el capitalismo terminó con el sistema socialista de la URSS en la década del 90.
Con la derrota y desaparición de la URSS (punto de referencia geopolítico y logístico de la «revolución socialista» y de sus movimientos armados) desaparece el sistema comunista, y el sistema capitalista occidental de «libre mercado» ingresa al nuevo «orden mundial» convertido en sistema hegemónico unipolar liderado por EEUU como potencia locomotora.
2) La nueva guerra
Colapsado el sistema socialista de la URSS y el esquema del orden mundial «bipolar«, el sistema capitalista se licuó en un orden internacional «unipolar» con EEUU como potencia regente. En el vértice del triángulo, terminó la «guerra entre sistemas«, y comenzó la era de la «guerra intersistema» con las potencias mundiales compitiendo entre sí por áreas de influencia (geopolítica, militar y económica) y sin romper el ordenamiento internacional del sistema capitalista.
En este nuevo escenario, emergente del fin de la «guerra entre sistemas«, la guerra de la «izquierda» contra la «derecha» también experimentó un salto cualitativo y transformacional.
El teatro de confrontación supervivió, pero su marco cambió de contenido doctrinario y de objetivo estratégico. La «nueva izquierda» y la «nueva derecha» ya no combaten militarmente desde polos diferenciados y excluyentes («sistema» y «antisistema«), sino que disputan una guerra político-ideológica conviviendo dentro de un mismo sistema.
En el nuevo marco de disputa, «izquierda» y «derecha» ya no son enemigos excluyentes (revolución vs. contrarrevolución), sino rivales políticos-ideológicos que conviven y compiten por el control del Estado capitalista. El teatro de confrontación ya no es económico-político-militar, sino ideológico-político-electoral dentro de normas fijadas por la preservación del sistema dominante.
La polarización ideológica, ya no se define por una guerra por el exterminio de uno u de otro («sistema» vs. «antisistema«) sino por una competencia establecida dentro del ordenamiento (y las reglas) de la «gobernabilidad«, la «estabilidad» y la «paz social» del sistema capitalista.
La «izquierda» y la «derecha» ya no pelean su guerra en escenarios clandestinos asimétricos de la lucha armada, o en marcos sociales de huelgas y conflictos violentos, sino que lo hacen por medio de movilizaciones pacificas o de procesos electorales enmarcados dentro de la «legalidad» del sistema
Por lo tanto, a la contradicción fundamental de la «guerra intersistemas» (comunismo vs. capitalismo) por áreas de influencia y dominio geopolítico-militar, le sucedió la «guerra intercapitalista» por áreas de influencia y de control de recursos productivos y de mercados, dentro de un mismo sistema.
Como emergente, los conflictos sociopolíticos ya no se desarrollan en el radio de influencia de «sistemas diferentes» (comunismo vs. capitalismo) sino como contradicciones económicas, políticas y sociales de un «sistema único»: el capitalismo de libre mercado nivelado como «única civilización» para todo el planeta.
En consecuencia, y tras la caída de la URSS y de los movimientos revolucionarios armados, el mundo gira (o lo hacen girar) hacia la derecha del Imperio, o hacia la izquierda del Imperio.
La nueva «izquierda democrática» post-Guerra Fría ha subvertido el significado histórico y funcional de la palabra «revolución«: Hacer la revolución ya no es cambiar el sistema capitalista, sino adaptar el discurso revolucionario al sistema capitalista.
Su ideología es «reformista» (comprendida dentro del sistema capitalista) y no revolucionaria. No es anticapitalista, sino crítica al capitalismo de derecha al que quiere sustituir en el gerenciamiento de los Estados capitalistas. No lucha para derrocar al sistema capitalista, sino para derrotar a la «derecha» que administra el sistema capitalista.
La izquierda asimilada plantea una «guerra» no ya en los términos de la Guerra Fría, donde la izquierda se referenciada en la Unión Soviética y en Cuba y la derecha en EEUU y el bloque occidental, sino en los términos de la guerra entre un capitalismo «democrático» y un capitalismo «fascista» y militarista.
Asimilada dentro de la nueva estrategia de dominio «democrático« y del «Estado trasnacional» exportados por Washington, la «izquierda democrática«, sigue los parámetros de la lucha contra el «militarismo» y la «derecha» de la década del 70, sin los objetivos concretos de toma del poder que guiaban a la izquierda armada revolucionaria de entonces.
La nueva izquierda vive mentalmente en la «guerra fría«, en el escenario ideológico de los militares de la «doctrina de seguridad nacional«, mientras Washington (en un claro desfasaje histórico) ya no domina con los militares sino con elecciones, políticos y un orden blindado basado en el respeto al «orden constitucional«.
La izquierda (asimilada a la filosofía del «único mundo posible«) ya no piensa el mundo en función de la guerra a muerte para terminar con el sistema capitalista (el dueño del mundo), sino en función de terminar con la «derecha» dentro del marco del mismo sistema.
3) La integración de los opuestos
Vaciada de su contenido «antisistema«, hoy la izquierda sigue en guerra contra la «derecha«, no ya para destruir al Estado capitalista sino para gerenciarlo en su lugar. La «nueva izquierda» revirtió el marco ideológico-doctrinario: Ya no pelea estructuralmente contra la «derecha» para destruir al sistema capitalista, sino para «transformarlo» (reformarlo sin tocar la substancia esencial del sistema de la propiedad privada y de la dominación del hombre por el hombre).
En su tesis teórica liminar, la «nueva izquierda» (como expresa Chávez) plantea «socializar» el capitalismo sin guerra militar ni toma del poder, con la misma herramienta (el Estado) que utiliza el capitalismo para hacer lo contrario: Concentrar riqueza y propiedad privada en pocas manos y expulsar a las mayorías a la pobreza y a la exclusión social.
Esta teoría presupone que el sistema capitalista (cuya esencia histórica es la concentración de riqueza en pocas manos) podría de pronto reconvertirse en «socialista» con los multimillonarios renunciando pasivamente a sus fortunas y las corporaciones y bancos trasnacionales repartiendo sus activos y estructuras empresariales entre los que menos tienen.
Y esto implicaría también que EEUU renunciaría a la hegemonía del dólar, clausuraría el templo financiero de Wall Street y convertiría a sus arsenales, sus bases militares y flotas nucleares en santuarios pacifistas entregándoles el poder a los que quieren transformar el capitalismo en socialismo sin disparar un solo tiro.
En términos doctrinarios y estratégicos, la «nueva izquierda» (en su expresión gubernamental) ya no lucha contra la «derecha» para sustituir al Estado capitalista, sino que lucha contra la «derecha» para «socializar» el sistema capitalista desde adentro sin tocar sus estructuras históricas de dominio y de poder.
En otras palabras, competir con la «derecha» por el gerenciamiento político sin destruir el «ordenamiento económico» (sistema económico-productivo controlado por el capital privado), el «ordenamiento político» (Estado capitalista controlado por los grupos y las corporaciones capitalistas) , y el «ordenamiento social» (valores basados en el individualismo y la sociedad de consumo).
Por lo tanto, la nueva izquierda y sus teóricos carecen de una visión totalizada y actualizada de la estrategia de dominio (y del control de la «gobernabilidad«) que utiliza el Imperio capitalista para concretar sus objetivos de conquista de mercados y de apoderamiento de recursos vitales a escala global.
En un momento en que el sistema capitalista (exceptuando unos pocos países donde aplica la ocupación militar) controla el mundo con el «sistema democrático» (el control político), con la sociedad de consumo (la ideología y los valores consumistas impuestos como máxima creencia social), y con los medios de comunicación (los nuevos represores y controladores sociales sin uso de las armas), la izquierda asimilada al sistema sigue identificando al «viejo orden» (los militares y la «derecha militarista» de la Guerra Fría) como el principal enemigo estratégico a derrotar.
En resumen, la izquierda «antimilitarista» rechaza los movimientos«fascistas» como el golpe militar-institucional de Honduras (expresión modificada y actualizada de los golpes setentistas), pero acepta y apoya golpes «democrático-institucionales«, como el ejecutado en Ecuador contra Lucio Gutiérrez que finalmente culminó en el gobierno «izquierdista» de Rafael Correa.
En lo substancial (y aunque se proponga «anticapitalista» en el discurso), la izquierda asimilada identifica como enemigo al imperialismo «político-militar» de la Guerra Fría, en un escenario en que el sistema capitalista ha girado hacia el dominio «politico-democrático«.
Las nuevas estrategias de control con el «poder blando» ya no están dirigidas a la supresión o al control físico de sus enemigos, sino que utiliza técnicas psicológicas orientadas a controlar los cerebros mediante la manipulación con el «pacifismo» y la «democracia» como factores integradores al sistema.
En consecuencia, los descendientes de la izquierda setentista «democratizada«, ya no pelean contra la depredación del sistema capitalista, no pelean contra las columnas vertebrales de la nueva dominación (políticos, medios de comunicación y sociedad de consumo) sino que pelean contra los que infringen o ponen en peligro el sistema de gobernabilidad democrático.
Como resultante, izquierda y derecha son complementarias (dentro de las estrategias de control del sistema capitalista) y se articulan como una «alternativa» dentro de lo mismo.
Por lo tanto, la única diferencia existente entre un «gobierno de izquierda» y otro de «derecha«, es el discurso cargado de «ideología» (desfasada de la realidad) y sin aplicación práctica en el presente.
4) La alternativa dentro de los mismo
Al abandonar sus postulados setentistas de «toma del poder» y adoptar los esquemas de la democracia burguesa y el parlamentarismo como única opción para acceder a posiciones de gobierno, la «nueva izquierda» se convirtió en una opción válida para gerenciar el «Estado trasnacional» del capitalismo en cualquier país de América Latina y del mundo.
Precisamente, ese «orden» establecido estaba amenazado por la «izquierda antisistema» militarizada de la «guerra fría«, y la respuesta a su accionar eran los golpes militares de la «derecha» apoyados por EEUU.
En este nuevo marco de enfrentamiento (fijado por la guerra político-electoral), la «nueva izquierda» (a diferencia de la izquierda de la «guerra fría«) ya no lucha contra el Imperio capitalista como totalidad estratégica y funcional, sino que lucha para convertirse en alternativa a la «derecha» de ese mismo sistema.
En resumen, el sistema capitalista unipolar (con EEUU como potencia regente) no solamente terminó con el conflicto «entre sistemas» a nivel internacional, sino que también terminó con la «izquierda antisistema» integrándola como alternativa de gobierno a sus estructuras de dominación planetaria.
Y ya hay laboratorios experimentales de procesos sociales y políticos con experiencia de gestión de la «nueva izquierda» al frente del Estado capitalista.
Dentro de este nuevo esquema de polarización «izquierda» vs. «derecha«, la guerra ya no se define por la «destrucción mutua» asegurada, sino por la búsqueda de una posición dominante dentro del mismo orden económico, político, militar y social establecido.
Terminada la guerra político-electoral, la «izquierda«, tanto como la «derecha«, defienden los mismos valores institucionales del sistema capitalista: «orden democrático», «estado de derecho» y «paz social», como sustentos básicos de la preservación del Estado y de la sociedad capitalista de la propiedad privada.
La asociación beneficiosa entre la «izquierda civilizada» y el establishment del poder capitalista es obvia: El sistema (por medio de la izquierda) crea una «alternativa de gobernabilidad» a la «derecha neoliberal«, y la izquierda (y los izquierdistas) pueden acceder al control administrativo del Estado burgués sin haber hecho ninguna revolución.
Y nació el distintivo axiomático que guía a los gobiernos «progresistas» en la región: hacer discursos con la izquierda y gobernar (con y) para los intereses de la derecha.
Cualquier «tercera posición» frente a esta alternativa dualista es descalificada inmediatamente como «conspirativa – infantilista»: Fuera del espacio de la «izquierda» o de la «derecha» (la antitesis oficial aceptada) sólo existe la crítica «sin propuestas y sin trinchera«, como califican los teóricos «progresistas» a la posición de los que definen a la izquierda y a la derecha como alternativas de lo mismo dentro del sistema capitalista.
En resumen, los que no toman partido por la «izquierda» o por la «derecha» (aunque combatan y denuncien al sistema capitalista) son «conspirativos» y están (como los marginales y expulsados del sistema capitalista) excluidos del mercado de las ideas y creencias aceptadas.
¿Es malo ser de «izquierda» y proponer un capitalismo asistencialista de rostro más «humanizado«?.
Para nada: Lo malo es pertenecer a la izquierda asimilada al capitalismo (el «progresismo» democrático capitalista), y simular una pertenencia a la izquierda anticapitalista revolucionaria (enemiga excluyente del sistema capitalista).
Lo alienante (y más allá de las posibilidades de existencia que hoy tendría) es hablar de una «revolución de izquierda«, cuando claramente la izquierda (salvo excepciones minoritarias) se ha convertido en la más férrea defensora de la «democracia», la «paz»y el «orden constitucional», los pilares esenciales de la «gobernabilidad» del sistema capitalista.
Lo alienante (y engañoso), es hablar con el discurso de izquierda, y ejecutar a rajatabla los programas operativos (económicos, políticos, militares y sociales) del Imperio capitalista como hace la «izquierda gubernamental» en América Latina y en el resto del mundo.
5) El «enemigo de paja»
¿Y para qué le sirve a Washington esta izquierda asimilada en América Latina?
Reorientemos la pregunta: ¿Porqué el Imperio capitalista estadounidense (no obstante la inserción probada de la izquierda dentro del «sistema«) sigue considerando a la izquierda como el «enemigo número uno» de su sistema de dominio en América Latina?.
Hay un precepto estratégico (de naturaleza maquiavélica) que sostiene que para evitar que surja un enemigo real que ponga en peligro el sistema de poder vigente, es preciso inventar un «enemigo de paja«, controlable e inofensivo, al que se presentará como si fuese el enemigo real, o la «principal amenaza« al sistema.
En el actual sistema de poder capitalista imperialista controlado por Washington, la estrategia con el «enemigo de paja» tiene como objetivo principal el de «desactivar» los conflictos sociales y las luchas populares (naturalmente violentos y «antisistema«) y encauzarlos por caminos «pacíficos» y meramente «reclamativos«, a través de su inserción en el «sistema democrático» controlado por Washington y el establishment económico en la región.
Ese es el rol concreto que cumplen los gobiernos «revolucionarios» integrados al capitalismo, cuya función principal es la de ajustar a las reglas «democráticas» los conflictos sociales que, de otra manera, romperían el orden vigente y pondrían en peligro los negocios (hoy en «paz«) de las transnacionales y bancos capitalistas en América Latina.
Con el axioma de la izquierda «políticamente correcta» el Imperio alienta un enemigo falso, inofensivo y controlable, para que opaque y reste protagonismo al enemigo real que puede presentarse en cualquier momento.
Lavar a la izquierda de su cara anticapitalista y revolucionaria, desviar las luchas y conflictos sociales por caminos pacíficos y «reclamativos«, integrar los reclamos del dominado al «sistema democrático«, y evitar que grupos de resistencia revolucionaria (el enemigo real) amenacen y pongan en peligro al sistema, es la misión esencial del «enemigo de paja« del Imperio en América Latina.
Y ésa es la función principal que cumple la «izquierda democrática«, en guerra permanente contra la «derecha fascista«, dentro de los marcos legitimados de la gobernabilidad capitalista.
Fuente: IAR Noticias
(*) Manuel Freytas es periodista, investigador, analista de estructuras del poder, especialista en inteligencia y comunicación estratégica. Es uno de los autores más difundidos y referenciados en la Web.