Gonzalo Anti New World Order


Propiedades medicinales del Ajenjo

Posted in medicina natural por Gonzalo Fernandez en junio 6, 2010
Tags: , , , ,

Ajenjo (Artemisia absinthium)

El Ajenjo, que se conoce también con los nombres de Ajenjo romano, Hierba santa y Artemisa amarga, es una planta de fuerte aroma y sabor muy amargo, que se recolecta durante el verano. Se utilizan las hojas y las sumidades floridas, que se ponen a secar a la sombra.

Crece en estado silvestre o cultivado (en Europa y América) y es una planta muy usada desde la antigüedad por los egipcios y los griegos  (hicieron del Ajenjo el símbolo de la salud) en un gran número de enfermedades, pero especialmente como digestivo, tónico, estimulante, vermífugo y emenagogo.

Se usa la infusión de las hojas en dosis distintas del 1 al 5%, según el efecto que se desea obtener.

Muchas personas le deben la salud, pero debe tomarse en pequeñas cantidades porque, de lo contrario, podría tener un efecto perjudicial.

Siendo el Ajenjo un poderoso estimulante de la producción de jugos digestivos, está especialmente indicado en los casos de falta de apetito, digestión lenta y difícil, estreñimiento, falta de menstruación, reumatismo, gota, cólicos, enfermedades del hígado y de las vías biliares.

No deben tomarlo jamás las mujeres embarazadas. Y en todos los casos, debe usarse con suma precaución y nunca debe hacerse un uso prolongado del mismo.

Para uso interno, se toma en infusiones de una cucharadita por taza: dos o tres tazas al día. Para uso externo, en infusión, para gargarismos contra anginas y catarros de la garganta. Hojas hervidas, escurridas y machacadas, se aplican caliente para calmar los dolores articulares.

Una cura de Ajenjo

Cantidad: Se prepara una tisana vertiendo sobre 5 gramos de hojas y flores de Ajenjo, medio litro de agua hirviente. No es necesario hacerlo hervir. Para no tomar excesiva cantidad de esta planta curativa, aconsejamos tomar esta tisana, no a tazas, sino a cucharaditas y estas tomas deben ser bastante espaciadas; por ejemplo, una cucharadita cada hora, o cada dos horas. La tisana no debe tomarse durante las comidas, sino una hora antes o una hora después.

Una cura de 10, 20 o más días, da buenos resultados en todas las personas. Es muy conveniente hacer una cura de tisana de Ajenjo al año, así nadie se verá privado de las bendiciones de Dios que descansan sobre este poderoso remedio curativo natural.

Con tisana de Ajenjo o con polvo de Ajenjo se han alcanzado los más brillantes resultados curativos.

En los dolores de vientre, ventosidades, flatos, diarrea, cólicos, vómitos, etc., no se tomen solamente la tisana, sino que además, aplíquese una cataplasma caliente preparada con hojas de Ajenjo. El paño mojado en el cocimiento de Ajenjo se escurre y se coloca sobre el vientre, poniendo encima otro paño seco, y luego se tapa con frazadas al paciente. Este mismo procedimiento sana también en los niños pequeños. A menudo desaparece el dolor de muelas manteniendo tisana caliente de Ajenjo en la boca; luego se escupe ésta y se toma un nuevo buche de tisana.

El que padece de dolor de cabeza, dolor de garganta, tos y catarro, que no se limite a tomar solamente cada hora una cucharada de tisana de Ajenjo, sino que también haga gárgaras con esta tisana caliente. El que sufre del hígado o de las vías biliares, que no deje de hacer una cura de Ajenjo de vez en cuando, pues esta planta medicinal limpia y cura todo el complejo hepático.

También en la temible rabia ha hecho el Ajenjo sus milagros. En estos casos se lava en seguida la herida con tisana de Ajenjo y esto se repite varias veces. Sobre las heridas se ponen hojas frescas y machacadas de Ajenjo y al mismo tiempo se toma tisana de Ajenjo.

Muchas personas que no oyen bien, podrían curarse con Ajenjo si tuviesen confianza en Dios y en esta maravillosa planta curativa. Hágase hervir bien el Ajenjo, échese la decocción hirviente en un recipiente, y déjese penetrar el vapor en los oídos, tapándose bien la cabeza para que el vapor no se pierda tan rápidamente. Lo mejor es usar un embudo que se coloca sobre el recipiente humeante, cuya abertura no debe ser más grande que la parte ancha del embudo; de esta manera, solamente sale el vapor necesario para los oídos. Que nadie se asuste si advertimos que de los oídos pueden salir con este tratamiento sustancias impuras y hasta pus. Este proceso de limpieza es necesario para alejar lo que impide oír bien o, mejor dicho, la causa del mal. Una vez limpios los oídos, se hacen vahos de cocimiento hirviente de Manzanilla. El mal aliento puede ser fácilmente combatido con una cura de tisana de Ajenjo y haciendo gárgaras con esta tisana.

Muchas personas temen viajar por mar por temor al tal tan molesto mareo. Tómese una cucharada de tisana de Ajenjo cada hora, durante el viaje, pero nunca junto con las comidas.

Como el cuerpo y el espíritu están en estrecha unión, Dios ha creado algunos medios de ayuda naturales que apoyan al hombre en la lucha contra los males y los vicios. Lo que limpia al cuerpo de todos los residuos y venenos, da nuevo vigor al espíritu y a los nervios o, mejor dicho, fortifica la débil voluntad para que pueda luchar contra los vicios. Un medio natural así, no sólo se encuentra en el Limón, sino también en el Ajenjo. El que realiza una cura con tisana de Ajenjo en la forma ya indicada, confiando en Dios y en el remedio, vencerá los terribles vicios y males mencionados, pues la tisana de Ajenjo ayuda a ahuyentar las ganas de fumar y de beber.

Fuente: Libro «Consejero de Medicina Natural I: Plantas», por Carlos Kozel.

Páginas 176 – 177 – 178 – 179 – 180

Propiedades medicinales de la Menta

Menta (Mentha piperita)

La Menta o Hierbabuena es una familia numerosa que comprende muchas especies usadas en medicina. Las más importantes son:

La Menta Piperita, que se cultiva en muchas partes y crece espontánea en todo el mundo. Para que la planta conserve todas sus propiedades, conviene mudarla de terreno cada tres años. Es usada desde la más remota antigüedad; tres o cuatro hojas bastan para hacer una taza de tisana, que tiene propiedades tónicas, estimulantes, antiespasmódicas y diaforéticas; se usa en el reumatismo, cólicos, romadizo, náuseas, vómitos y palpitaciones cardíacas. Al exterior, se usa en fomentos contra las contusiones y dolores reumáticos.

La Menta Acuática, crece es los prados húmedos y orillas de los ríos. Tiene los mismos usos que la anterior; la Menta de Hojas Redondas (Mentha rotundifolia), cuya infusión se recomienda como anticolérica; la Menta Rizada (Mentha crispa) y Menta Verde, Romana o Hierba Santa (Mentha acutifolia), tienen las mismas propiedades que la Piperita; la Menta de Caballo (Monarda punctata) crece particularmente en América del Sur y es usada como antiespasmódica y febrífuga; en infusión, como la Piperita.

La recolección de la Menta se hace poco antes o al principio de la floración. Conviene desecarla rápidamente y con cuidado, evitando el exceso de ventilación. Se emplean las hojas, a ser posible frescas. Si son secas, escójanse las más olorosas.

La Menta es principalmente desinfectante, calmante, digestiva y estimulante de la bilis.

Esta especialmente indicada en digestiones lentas, catarros del estómago y del intestino, inflamaciones del hígado y de la vesícula biliar, contra el mareo y los gases  intestinales, etc.

Para su uso interno, en infusión de una cucharadita por taza; tomar tres o cuatro tazas al día. Para uso externo, contra quemaduras, la misma infusión batida con igual cantidad de aceite de oliva. Se aplica en compresas.

La infusión de Menta conviene mucho a las mujeres embarazadas que sufren accidentes nerviosos, insomnio y falta de apetito.

Las mujeres que padecen de menstruación dolorosa deben recurrir a la infusión de Menta para encontrar un alivio inmediato.

Aconsejamos también a todas las personas cansadas, débiles y ancianas que tomen a menudo ligeras infusiones de la preciosa planta.

Las cataplasmas de hojas de Menta aplicadas sobre los pechos detienen la leche y evitan los infartos.

Se pueden agregar algunas hojas de Menta fresca en ensaladas. Tanto crudas como en infusión son refrescantes y vivificantes. La Menta es un remedio contra dolores del bajo vientre, calambres y pereza intestinal, malas digestiones, mucosidades, quita también el mal aliento y fortifica las glándulas, los nervios y el corazón.

La Menta tranquiliza todo el sistema nervioso, incluidos los nervios gástricos, lo que la hace capaz de suprimir ventosidades, cólicos, malestares de estómago, dolor de cabeza.

Hemos de destacar otra propiedad de la Menta: la que tiene el aceite esencial contenido en la planta, y que le confiere su característico y agradable olor. Este aceite esencial tiene particular acción sobre la secreción de la bilis, por lo cual la Menta es también un remedio para las enfermedades de la hiel: cálculos biliares y arenillas, enfermedades del hígado y de los riñones.

Posee además un efecto positivo contra los mareos, los vómitos y los estados melancólicos, así como propiedades depurativas de la sangre en cualquier clase de afecciones de la piel y granos.

Si con la Menta se rellena una almohada obtendremos un medio calmante del dolor de cabeza, dolor de muelas y zumbidos de los oídos. Lo mismo puede decirse de la ciática y el reumatismo, aplicándola sobre las partes doloridas.

Recomendamos sazonar las sopas y platos de verduras con Menta seca en polvo, lo cual tiene un efecto vivificante sobre todo el organismo.

Por eso se nos ocurrió llamar a la Mentala joya de la salud”, que nunca debe faltar en el hogar de una avisada y prudente ama de casa, para conservar la salud de sus seres queridos. Teniéndola siempre a mano, dispone en todo momento de un medio eficaz para aliviar, curar y prevenir numerosos trastornos, molestias y enfermedades.

¿Cómo puede efectuarse una cura de Menta?

Su preparación es igual a otras plantas. Usese, si es posible, jugo fresco, tomado cada hora de una a tres cucharadas, o infusión de Menta seca, tomando de cinco a siete cucharadas cada hora.

Agréguese también hojas tiernas de Menta a las ensaladas que se toman en las comidas.

Fuente: Libro «Consejero de Medicina Natural I: Plantas», por Carlos Kozel.

Páginas 253 – 254 – 255 – 256